Se ha marchado al Manchester City Jesús Navas. Sin dudar estamos ante
el mejor extremo derecho del fútbol europeo. Curiosamente, y aunque algo más
joven que el portuense, compitió con el bético Joaquín quien era el que mandaba
en la banda derecha. ¡Vaya par de peloteros!
Una pugna al estilo de Joselito y Belmonte. Tengo familiares en Los
Palacios que me certifican que la familia de este “diablillo” de ojos azules es
realmente excelente y que Jesús es una gran persona. Tardó algún tiempo en
madurar y por ende en asimilar y convivir con la presión de la élite del
fútbol. Hoy está definitivamente en la buena onda (los hijos son los hijos) y
sus éxitos en la “Premier” están más que asegurados. Su velocidad y su sentido
de la verticalidad harán estragos en las defensas contrarias. Modélica la despedida (mejor el “hasta
luego”) que le tributó el Sevilla. Necesitaba un vuelo de mayor alcance y en
esta Ciudad parecía complicado que se le diera. Deja en las arcas sevillistas
un buen montante monetario y en las vitrinas unos cuantos trofeos. Emulando a
Jorge Valdano, Jesús Navas es un jugador de dibujos animados donde la magia y
la fantasía tomaron cartas de naturaleza. Nunca tuvo un mal gesto con ninguno
de sus adversarios y en el Colegio de Árbitros lo presentan como un modelo de
respeto y corrección deportiva. Pero como la perfección es verdad que no existe,
Jesús Navas tiene para mí un defecto: no ser del Real Betis Balompié (aunque
para consolarnos siempre nos quedará Joaquín).
Suerte a este excelente futbolista, y mejor persona, que nos llegó un
día procedente de la tierra donde se cultiva la mejor uva del moscatel del
mundo. Es el signo que, en cualquier modalidad, siempre marcó el compás de esta
Ciudad: los verdaderamente buenos se terminan marchando. Que le vaya bien
amigo.
Ojalá le vaya igual de bien que en su equipo del alma, aunque creo que la tierra tira mucho y, según creo ha dejado caer, piensa recalar de nuevo por aquí. Un saludo y espero que nos veamos por la velá, querido Juan Luis.
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