Hemos querido dejar pasar al menos un par de días antes de mostrar
nuestro solidario pesar ante la tragedia ocurrida por tierras gallegas. Un
terrible accidente de tren cuyas causas se están investigando y sobre el que no
sería procedente adelantar acontecimientos. Los análisis posteriores nos
aclararán cuanto ha habido de fallo humano y si en algo han fallado los
elementos técnicos. No es el mejor momento para la literatura barata ni tampoco
de elaborar arriesgadas elucubraciones. El brutal descarrilamiento (recogido
fielmente por una cámara de seguridad de la vía) ha provocado la muerte de 78
personas y un número considerable de heridos de diversa consideración. Estamos
ante uno de los accidentes ferroviarios más grave de la Historia de España y,
posiblemente, el de mayor magnitud ocurrido por las queridas tierras gallegas.
Las imágenes que profusa y copiosamente nos han mostrado estos días las
distintas televisiones han sido realmente sobrecogedoras. Vidas y familias
truncadas por unos designios que escapan a cualquier atisbo de racionalidad. La
muerte, en no pocas ocasiones, nos da su zarpazo mostrándonos su rostro más
cruel e inmisericorde. A ciertas edades estos desgraciados sucesos nos
conmueven y atacan sin piedad nuestros sentimientos más nobles. Con los años se
produce una contradicción que lleva aparejada la experiencia de lo vivido y una
especial sensibilidad ante el rostro del dolor más extremo. Han muerto en este
terrible accidente personas de todas las edades y condición viendo reflejados
en ellas a nuestros hijos y nietos. Ejemplar, absolutamente ejemplar, el comportamiento
de personal sanitario, bomberos, policías, protección civil…y muy especialmente
el de los vecinos de Angrois (una aldea de poco más de 300 habitantes muy
cercana al lugar del siniestro). Fueron
los primeros en acudir y arriesgaron sus vidas para intentar sacar a los que
perdían las suyas en el interior de los vagones. Es lo único positivo de estos
tristísimos sucesos: la solidaridad sin límites de la gente llana y sencilla.
Mostramos por tanto desde este modesto Blog sevillano nuestro sentido pesar a
las familias de las personas fallecidas y deseamos un pronto restablecimiento
de los heridos. Desde nuestra condición de creyentes elevamos una oración a los
cielos de Sevilla como prueba inequívoca del mayor respeto y afecto. Lo gallego
y los gallegos siempre tuvieron una fuerte vinculación con nuestra Ciudad. Quiera Dios que el paso de los días actúe de
bálsamo ante el tremendo dolor que somos conscientes estarán pasando las
familias de las victimas. Un fraternal y cariñoso abrazo.
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