Nuestro esforzado, querido e incomprendido Ayuntamiento (cada cual que
incluya su dosis de ironía) anda enfrascado en la preparación de los actos del
Centenario del Parque María Luisa. Por celebraciones que no quede. Fue un 18 de abril de 1914 cuando este
inigualable recinto sevillano fue declarado “Parque Público”. En 1893, doña
María Luisa Fernanda de Borbón, duquesa de Montpensier, lo donó a la Ciudad de Sevilla. El
arquitecto francés Forestier los reformó entre los años 1912-1922. Su
remodelación definitiva se produce bajo la sabia “batuta” arquitectónica de don
Aníbal González con motivo de la Exposición
Iberoamericana de 1929. Con la incorporación de la Plaza de España y la Plaza de América se
configura un conjunto tridimensional (flora, arquitectura y elementos
costumbristas) que lo hacen singularmente bello y sin parangón en toda Europa. Este
inigualable recinto, testigo fiel de nuestro último siglo de Historia, padece
en la actualidad dos graves y anquilosados problemas: el enorme deterioro
provocado por las huestes vandálicas de la Ciudad y su escaso mantenimiento. Para cualquier
sevillano que se precie de serlo resulta desolador adentrarse en los laberintos
sentimentales y paisajísticos del Parque de María Luisa. Sinceramente es algo
que yo he padecido recientemente en mis propias carnes este verano y que no
resulta nada recomendable. Tardará mucho tiempo antes de que vuelva a
frecuentarlo. Glorietas, parterres, senderos, isletas….todo sucio, destrozado y
pintarrajeado. Estamos ante un claro exponente de dos cuestiones fundamentales
a las que nuestros sabios “administradores” tienen pánico: un mantenimiento
eficaz y una vigilancia solvente capaz de poner freno a la barbarie. Les ocurre
con estos conceptos lo que a Drácula con los ajos y el crucifijo. Hace diez
años se creó en Paris para el mantenimiento y vigilancia de sus parques y
jardines la llamada “Policía Verde” (unida a toda una infraestructura de
mantenimiento) con unos resultados altamente satisfactorios. El problema es que
como Sevilla disfruta de una situación de “pleno empleo”, ¿de donde sacaríamos
el personal para estos necesarios menesteres? ¿Quizás de la obsoleta Diputación
Provincial? ¿Del personal de “Canal Sur”? Las pocas personas que trabajan en el
Parque se quejan de que no existe ni un sitio donde dejar herramientas y enseres.
Para no desentonar con la patina de superficialidad que nos rodea celebraremos
el Centenario a bombo y platillo con actos artísticos y culturales. Puede que a
alguna lumbrera se le ocurra sacar a la Virgen de la Paz en procesión por el Parque. Se hará un reguero de promesas de cómo abordar
la problemática actual y que, una vez más, quedarán en vana y hueca palabrería.
Siendo verdad que las soluciones a medio
o largo plazo se vertebran mediante un riguroso proceso educativo, ¿qué hacemos
mientras tanto con el asalto de los “apaches”? Todo funciona hoy en clave de
demagogia y las leyes se vertebran en función de lo “políticamente correcto”.
Seguramente vuelvan, como cada año, las becquerianas oscuras golondrinas pero
por su Glorieta cada vez pasan menos sevillanos. Hoy nuestro Parque de María
Luisa está declarado Bien de Interés Cultural y forma parte del Patrimonio
Histórico de España. Dudamos por escarmentados de las posibles soluciones. Ya
estamos hartos de promesas incumplidas y de escuchar permanentemente “cantos de
sirena”. Es demasiado cruel que se nos pida que convivamos con la
irracionalidad más salvaje y las mentiras enmoquetadas.
Cien años de Parque o parodiando a García Márquez… “Cien años de
soledad….por el Monte Gurugú”.
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