Algunas horas más y el verano “oficial” estará prácticamente
finiquitado. Posiblemente octubre nos mantendrá algunos días más buscando la
sombra y el agua fresca. Este verano transcurrido no ha hecho más que
confirmarme que los veranos ya no son lo que eran (posiblemente seamos nosotros
los que ya no somos los que fuimos). Ha sido un verano raro donde se han notado
menos ausencias entre los nuestros y bastantes más visitantes foráneos. La Crisis ha terminado por
desnaturalizarlo todo. Las rebajas de julio duraron escasamente una semana y el
cartel que antaño nos decía “Cerrado por vacaciones” se ha cambiado en no pocos
casos por el de “Se traspasa”. Para muchos sevillanos sin trabajo irse de
vacaciones en la “Ciudad del Paro” no deja de ser una cruel ironía. La política
ha estado este verano en plena ebullición. El “Barcenazo” provocó un
preocupante nivel de amnesia en los Juzgados a algunos dirigentes del Partido
en el Gobierno. Hacen con nosotros lo que les da la gana y, lo peor, no pocas
veces con nuestro beneplácito. Los EREs han propiciado un cisma político en las
huestes socialistas andaluzas con cambio hasta en la Presidencia de la Junta. Una vez más nos
“enfadamos” con Gibraltar y los ardores guerreros patrios vibraron en
“nuestras” voces. El Peñón bien vale…un cartón de Winston. Pasó con especial brillantez el Triduo a la Virgen de la Merced en el Salvador y,
con Ella, se abre una etapa que llegará a su culminación cuando pongamos un año
más nuestra sandalia negra en la rampa. Seguimos embarcados en lo social y lo
político en un barco llamado incertidumbre. Entre el bobalicón optimismo y la
negra fatalidad del pesimismo siempre podremos optar por coger la senda del
realismo. Europa es hoy tan solo un Mercado Persa donde los poderosos (léase
Norte) se muestran inmisericordes con las necesidades de la gente más
desfavorecidas (léase Sur). Necesidades, dicho sea de paso, provocada por la
rapiña y corrupción de no pocos de sus dirigentes. Afortunadamente, hace tiempo
que los “Tomas de Hora” no tienen que ocuparse de sentidas y definitivas
ausencias. El verano se va y nosotros lo despedimos con un sudoroso pañuelo.
Hemos configurado nuestras vidas entre el pasado y el futuro y el presente ni
está ni se le espera. Vendrán, a que dudarlo, tiempos mejores y ello dependerá
de nuestra activa participación en la vida cotidiana. No hay verano que dure
cien años ni ventilador que lo resista.
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