sábado, 18 de enero de 2014

Compases del alma




Canta Frank Sinatra “You Make Me Feel So Young” en el ordenador cuando la madrugada avanza lentamente buscando la luz del amanecer. Son esos momentos mágicos donde todavía no quieres romperlos  metiéndote en el “sobre”.  Enero ya ha cubierto su primera mitad y se encamina a un cruce de fronteras donde se cierran mes y fiestas. La felicidad es tan caprichosa como la vida misma.  Existen algunos días, como el que acaba de terminar, que te resultan especialmente gozosos. Las noches del Bloque de viviendas donde vivo son especialmente tranquilas. No nos quedan ya apenas niños que con su llanto perturben el sueño de sus madres y la paz de la madrugada. Formamos actualmente un conglomerado de adultos –algunos muy veteranos- donde la buena convivencia toma forma cada día. Muchos de nuestros hijos volaron y formaron sus propios nidos. Observo a través del cristal de la terraza una calle desierta y aterida por el frío inmisericorde de la noche.  Me siento arropado por el calor que desprende un artilugio que tiene grabado en su parte alta “fm” (¿Fondo Monetario quizás?) y la canción del inigualable Francis Albert Sinatra me arrulla dulcemente.  Uno sueña cada día con encontrarse con “La Chica de Ipanema” en cualquier playa desierta y no con tanto tiburón suelto. Atrás quedaron los días navideños donde nos movimos  en un carrusel que confunde la felicidad impostada y los verdaderos sentimientos. Nada debe distraernos cuando nos reclaman los compases del alma.  Mañana ya es hoy y todo volverá a renacer de nuevo.  Antes de apagar el ordenador escucho, una vez más,  “You Make Me Feel So Young” del gran Sinatra.  Suena su melodiosa voz envuelta por el silencio de la noche y al cerrar los ojos pienso que no hace falte dormirse para soñar.  Dios siempre, absolutamente siempre, nos deja un pequeño resquicio para la felicidad.

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