lunes, 27 de enero de 2014

El silencio interrumpido





Decía Miguel Ángel Yáñez Polo refiriéndose al silencio -los silencios sevillanos- lo siguiente: “Es como una clave musical donde se te abren los sensorios y puedes hacer una especie de  examen de conciencia de lo que ha sido la Historia de la Ciudad”. Sevilla está hecha para gozarla desde el silencio y para vivirla profundamente con los silencios. Para visitar el Alcázar; la Catedral; el Salvador; el Museo de Bellas Artes o las Basílicas del Gran Poder y la Macarena es imprescindible vestirse del ropaje del silencio más profundo.  Muchas veces, quien calla más que otorgar reflexiona. Puedes procesionar con tu Hermandad la tarde-noche de un Jueves Santo y compaginar tu profundo silencio con el bullicio callejero. Son elementos perfectamente complementarios. Cruzar una atestada calle Tetuán un día navideño y sentir la percepción de que el silencio también está presente. En una amigable charla de taberna las pequeñas pausas en la conversación son las más interesantes: posiblemente estemos reflexionando sobre cuanto hemos escuchado. En Sevilla existe una mezcla de difícil equilibrio entre lo romano y lo árabe. “Procesionamos” muchas veces sin ton ni son de un sitio para otro y también somos capaces de medir los compases del tiempo con la vara del temple.  Culos de malos asientos y asientos desvencijados por las sentadas eternas. En Sevilla hace tiempo que se han terminado por confundir casi todos los conceptos que le dieron forma a su idiosincrasia.  Hablamos cuando debíamos callar y callamos cuando tendríamos que hablar. De manera programada han conseguido de nosotros que seamos papanatas repetitivos que siempre nos expresamos por boca ajena. La globalización ha terminado por conseguir que termine reinando la banalización. Curro se llevo con él los profundos silencios de la Maestranza y tan solo Morante puede conseguir que vuelvan.  Nos quedan pequeños reductos por defender antes de que el silencio -los silencios sevillanos-  sean ya cosa del pasado. Cuando alguien -o algo- interrumpe el silencio que nace de la contemplación y/o la meditación está secuestrando el alma de la Ciudad.  El silencio, los sonidos del silencio sevillano.

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