Coincido en el autobús con la hija de unos vecinos que además de serlos
y buenos son también amigos. Hacía tiempo que no veía a Noelia y dada su edad
(31 años) la suponía emancipada del hogar, dulce hogar, de sus progenitores.
Nada más lejos de la realidad. Me cuenta que desde que terminó con éxito sus
estudios universitarios anda pegando tumbos buscando trabajo en cualquier cosa
que le sale. En la actualidad me dice que trabaja en una zapatería donde está
contratada a razón de cuatro horas diarias (en realidad trabaja ocho y le pagan
seis). Hace tres años se fue a vivir con su novio (licenciado universitario
como ella) a un piso de alquiler pero, al perder ambos sus trabajos eventuales,
tuvieron que dejarlo. Ella se ha vuelto con sus padres y él se ha marchado a
trabajar a Hamburgo. Vidas secuestradas por unos dirigentes que tan solo
dirigen sus espurios intereses. A través de los medios y, lo más importante, de
testimonios personales y directos nos llegan infinidad de casos donde se ha
visto truncado el presente y el futuro de muchísimas personas. Noelia responde
al perfil de una mujer joven preparada, muy preparada, con una excelente
educación y con las ideas muy claras de cómo afrontar la vida y sus posibles
consecuencias. Son de esas mujeres
jóvenes que se nos reafirman –y se reafirman ellas mismas- como una generación
de españolas única, irrepetible y…perdida.
¿Quién o quienes les devolverán sus años tan bien empleados como
perdidos? ¿Dónde les ha llevado su excelente formación¿ ¿En que libro político de reclamaciones deben
estampar sus amargas quejas generacionales?
El saqueo a que ha sido sometido nuestro país nos ha traído unas
consecuencias colaterales absolutamente demoledoras. No hay brotes verdes ni luz al final del
túnel. Nada volverá a ser como antes. Estamos instalados en una burda mentira. Todo
está enmarañado en una gran farsa donde a los ciudadanos se le trata, de manera
permanente, como idiotas integrales. El desprestigio de una parte considerable
de nuestra clase política, empresarial y sindical avanza de manera
imparable. Nadie se preocupa de los
problemas de gente como Noelia. Secuestran
y asaltan vidas como los antiguos salteadores asaltaban las diligencias y
secuestraban a sus ocupantes. Se lo llevan
todo, absolutamente todo, y solo nos dejan nuestro desosiego y nuestra
innegociable capacidad de poder rebelarnos. Si también -la rebeldía- la perdemos,
estaremos irremediablemente secuestrados y perdidos de por vida.
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