miércoles, 30 de abril de 2014

. Manuel Gutierrez Aragón





La “Semana Santa” dirigida por Manuel Gutiérrez Aragón se nos presenta como la mejor versión que se ha filmado hasta ahora sobre la Semana Grande de la Ciudad sevillana.  Se dieron perfectamente ensamblados una serie de talentos que difícilmente pueden volver a repetirse. El guión lo escribió alguien que de esto sabe  un rato largo llamado Carlos Colón. La producción corrió a cargo de Juan Lebrón que ya demostró en los trabajos cinematográficos de Carlos Saura dedicados al Flamenco y a las Sevillanas de lo que era capaz. La dirección fotográfica la llevó a cabo José Luis Alcaine (cinco Premios “Goya”), con unas imágenes prodigiosas e inusuales hasta entonces (fueron muy criticadas las tomadas desde el aire por el evidente riesgo que podían correr las personas apiñadas en torno a algunas cofradías).  Se le encargó a Antón García Abril una tarea que se antojaba de extrema dificultad: la adaptación sinfónica de alguna de las marchas procesionales más conocidas. Las mismas fueron interpretadas por “The London Philarmonic Orchestra”. El resultado fue sencillamente apoteósico. La parte saetera la cubrió José de la Tomasa, uno de los grandes cantaores-saeteros que nos va quedando. Todo se hizo bajo la sabia batuta del gran director Manuel Gutiérrez Aragón, a la sazón uno de los directores más interesante de toda la Historia del Cine Español. La obra data del año de la Exposición Universal (1992) celebrada en Sevilla. En 2004 se remasterizó en los estudios londinenses “The Mill” de Ridley Scott.  Ha quedado para la anales visuales de la Historia como el mejor y más bello exponente de la grandeza de la Semana Santa sevillana. La filmografía casera (nunca mejor dicho) de esta maltratada Ciudad está llena de bodrios absolutamente impresentables. Se han distribuido videos (solos o patrocinados por algunos periódicos)  de Semana Santa que a más de un forastero se le quitarían las ganas  de venir a Sevilla. Lo mejor, con diferencia, de nuestra Semana Santa está recogido en el mágico mundo de la fotografía. Se trata, en definitiva, de que nuestras autoridades les encarguen documentales audiovisuales (culturales y promocionales) a profesionales que acrediten un talento más que demostrado. Con medios suficientes se pueden hacer trabajos similares al impagable que nos regaló Manuel Gutiérrez Aragón (por cierto, ¿alguien de nuestras autoridades le dio las gracias o planteó un merecido homenaje al Director de Torrelavega¿). Aquí, no nos engañemos, de lo que se trata es de llevar personas al atril del Maestranza para que dicten tratados de Teologías o rimen “jazmines” con “jardines”. En fin, nadie se entera en que consiste eso que se llama Religiosidad Popular y su plasmación en la suprema belleza de la estética divina y humana.  Sevilla es un grandioso vino de la mejor de las cosechas y nuestras autoridades (presentes y pasadas) lo suelen servir en vasos de plástico. Así nos va.

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