La “Semana Santa” dirigida por Manuel Gutiérrez Aragón se nos presenta
como la mejor versión que se ha filmado hasta ahora sobre la Semana Grande de la Ciudad sevillana. Se dieron perfectamente ensamblados una serie
de talentos que difícilmente pueden volver a repetirse. El guión lo escribió
alguien que de esto sabe un rato largo
llamado Carlos Colón. La producción corrió a cargo de Juan Lebrón que ya demostró
en los trabajos cinematográficos de Carlos Saura dedicados al Flamenco y a las
Sevillanas de lo que era capaz. La dirección fotográfica la llevó a cabo José
Luis Alcaine (cinco Premios “Goya”), con unas imágenes prodigiosas e inusuales
hasta entonces (fueron muy criticadas las tomadas desde el aire por el evidente
riesgo que podían correr las personas apiñadas en torno a algunas
cofradías). Se le encargó a Antón García
Abril una tarea que se antojaba de extrema dificultad: la adaptación sinfónica
de alguna de las marchas procesionales más conocidas. Las mismas fueron
interpretadas por “The London Philarmonic Orchestra”. El resultado fue
sencillamente apoteósico. La parte saetera la cubrió José de la Tomasa, uno de los grandes
cantaores-saeteros que nos va quedando. Todo se hizo bajo la sabia batuta del
gran director Manuel Gutiérrez Aragón, a la sazón uno de los directores más
interesante de toda la
Historia del Cine Español. La obra data del año de la Exposición Universal
(1992) celebrada en Sevilla. En 2004 se remasterizó en los estudios londinenses
“The Mill” de Ridley Scott. Ha quedado
para la anales visuales de la
Historia como el mejor y más bello exponente de la grandeza
de la Semana Santa
sevillana. La filmografía casera (nunca mejor dicho) de esta maltratada Ciudad
está llena de bodrios absolutamente impresentables. Se han distribuido videos
(solos o patrocinados por algunos periódicos) de Semana Santa que a más de un forastero se
le quitarían las ganas de venir a Sevilla.
Lo mejor, con diferencia, de nuestra Semana Santa está recogido en el mágico
mundo de la fotografía. Se trata, en definitiva, de que nuestras autoridades
les encarguen documentales audiovisuales (culturales y promocionales) a
profesionales que acrediten un talento más que demostrado. Con medios
suficientes se pueden hacer trabajos similares al impagable que nos regaló
Manuel Gutiérrez Aragón (por cierto, ¿alguien de nuestras autoridades le dio
las gracias o planteó un merecido homenaje al Director de Torrelavega¿). Aquí,
no nos engañemos, de lo que se trata es de llevar personas al atril del
Maestranza para que dicten tratados de Teologías o rimen “jazmines” con
“jardines”. En fin, nadie se entera en que consiste eso que se llama Religiosidad
Popular y su plasmación en la suprema belleza de la estética divina y humana. Sevilla es un grandioso vino de la mejor de
las cosechas y nuestras autoridades (presentes y pasadas) lo suelen servir en
vasos de plástico. Así nos va.
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