El elixir de amor, una furtiva lágrima.
Canta Chavela Vargas en el ordenador y puede que no exista una manera
mejor de empezar el mes de Octubre en Sevilla.
Octubre es el mes que sirve de preámbulo a las lágrimas vertidas por los
presentes para honrar la memoria de los ausentes. Pronto nos llegará Noviembre
y eso ya son penas mayores. La vida siempre gira en torno a las lágrimas
derramadas: unas de dicha y otras de dolor. Lloran los niños recién nacidos
como síntoma inequívoco de que el parto ha resultado satisfactorio. Dicen los
médicos: donde hay llanto hay vida. Lloramos de felicidad o de pena según las
circunstancias de cada momento. Haremos
llorar a otros y otros nos harán llorar a nosotros. Nadie se libra de sentir sus
pupilas mojadas. Lloró Jesús pidiéndole
al Padre Celestial que pusiera fin de una vez a tanto tormento. Lloró su madre
conmovida ante el escarnio cometido contra su hijo. Todos lloraron y todos, a
lo largo de los siglos, nos hicieron llorar a todos nosotros. Quien no llora no
mama y quien mucho llora será tachado despectivamente de llorón. Lloramos ante
las despedidas y también con las bienvenidas. También cuando algo empieza o
termina. El llanto –o más bien las
lágrimas furtivas- como válvula de escape para el desahogo de nuestros
sentimientos. Una risa estentórea
siempre termina haciendo aflorar las lágrimas escondidas. Si nos dan una buena noticias se nos saltaran
las lágrimas y si es mala seremos nosotros quienes saltaremos buscando el
llanto liberador. El mundo es un valle
de lágrimas y Dios suele poner pañuelos por todas las esquinas. Bien es verdad
que en no pocas ocasiones no logramos encontrarlos. Quien este libre de lágrimas que tire la
primera pena. Cinco lágrimas de cristal tiene la Esperanza Macarena
en su divino rostro. Tres en el lado izquierdo y dos en el derecho. Las
mariquillas –verde que te quiero verde- de su pecho nos indican donde terminan
depositadas en Sevilla las lágrimas de la Esperanza. Quedan
amorosamente apresadas en su palpitante pecho epicentro de los sentimientos
sevillanos. Fue en 1913 cuando Joselito
“el Gallo” se las trajo desde Paris para
que se notara cuando la
Macarena respira por los que ya no pueden hacerlo. Algún iluso dijo alguna vez que los hombres no
lloran como si existiera gesto más humano y liberador que el llanto. Elixir de amor, una furtiva lágrima. El mundo gira y gira sin dejar de derramar
por todos sus poros lágrimas de sal y miel. Cuando las abuelas de antaño cosían
el ajuar de boda para sus nietas siempre rezaban para que los pañuelos de
encaje durmieran eternamente en los cajones de la peinadora. Lágrimas furtivas
pidiéndonos una oportunidad para salir. Elixir de amor, una furtiva lágrima.
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