Como el que no quiere la cosa el año 2014 está apurando sus últimos
días. Ahora empezarán los medios de
comunicación a realizar balances de estos doce meses que como tristemente viene
siendo habitual arrojarán más sombras que luces. Lamentablemente ha sido un año
donde la cosecha de corruptos y rateros del dinero ajeno (el mismo que con
tanto esfuerzo pagan los contribuyentes) subió espectacularmente. El Gobierno
nos dice, por activa y por pasiva, que “nuestra Economía” ha mejorado
ostensiblemente y que en los próximos meses lo hará más todavía. Les ha salido
una “china en el zapato” que se llama Caritas que de continuo desmiente que
esta mejoría se note entre los más desfavorecidos. Más bien todo lo contrario: en
España a la par que aumentan los muy ricos también lo hacen los muy pobres. Don
Pedro Sánchez anda el hombre intentando que nos creamos aquello de “España
camisa blanca de mi esperanza” que cantaba magistralmente Ana Belén. Doña
Susana Díaz no sabe como paliar la sangría de paro que se desborda en la Comunidad (la suya y,
sobre todo, la nuestra) que ella preside. Don Pablo Iglesias se relame de gusto
viendo como la “casta” le hace la campaña en el día a día. Cada nuevo caso de
corrupción mete cien mil nuevos votos en el “saco” de Podemos. Izquierda Unida
anda desorientada y buscando desesperadamente algún nuevo socio que les de algo
de “vidilla”. Sevilla, ¡ay mi Sevilla!,
no termina de levantar cabeza. Junto con
muchos sevillanos yo era de los convencidos que con don Juan Ignacio Zoido
tendríamos Alcalde para rato. Ahora no tengo muy claro si ese “rato” no tendrá
ya fecha de caducidad en las próximas elecciones municipales. Nunca me gustó –ni me gusta ahora- instalarme
en el pesimismo pero la realidad es tozuda y no querer verla nunca será una
buena solución. Estamos vivos e ilusionados y eso siempre será lo
verdaderamente importante. Soy de los convencidos que el año 2015 será un año
clave para nuestro presente y el futuro de nuestros hijos y nietos. Puede que
por una vez sea verdad aquello de: Año nuevo vida nueva. Veremos. Afortunadamente la gente se ha percatado que
tan solo ellos mismos son los que pueden solucionar sus graves problemas. Urge,
sin más demora, un proceso de profunda regeneración democrática y un profundo
saneamiento de todas nuestras instituciones (de todas sin excepción). No se
puede seguir intentando engañar a una Sociedad Civil harta de desmanes y
tropelías. “El “tú más” ya no se
sostiene dialécticamente y, caso de no espabilar los dos grandes partidos,
otros pondrán la esquela mortuoria al bipartidismo. Tiempos convulsos pero necesarios son los que
se nos vienen encima. Decir que la corrupción era cosa de “cuatro golfos” que
han abusado de la confianza de los grandes partidos es tomarnos por tontos. De todos, absolutamente de todos, va a
depender que esta penosa historia tenga un final feliz. Oído al parche y siempre procurando que no
nos roben de nuevo la bicicleta. Veremos.
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