Ellos se llenaron los bolsillos
con el dinero de la gente;
nosotros nos los llenamos
con las estrellas de la noche.
Castigaron nuestra rebeldía
cerrándonos sus puertas,
ladraban, luego cabalgábamos
a lomos de caballitos de mar.
Se fabricaron un Dios a su medida
que perdonara cada semana sus
tropelías;
intentaron seducir a nuestra mujeres
y
quitarnos la dignidad de sol y luna.
Les paramos el reloj del tiempo
y les dimos gatos por liebres.
Añoraban su pasado de verdugos
jugando al golf en paraísos
fiscales.
Almas errantes sin pasado ni presente
árboles secos sin raíces ni ramas.
Testigos de un tiempo sin medida
árbitros de una elegancia
impostada.
Nos dieron por muertos y
ese fue su gran error:
dormíamos el sueño de lo justo
esperando nuestra oportunidad.
Una oda a la esperanza, que nunca muere para los poetas. Mas allá, hay más, solía decir mi abuelo. Un abrazo, Juan Luis, y nos vemos en el presente.
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