Se nos marcha enero y, como pasó siempre, se lleva atado al talle de su
cintura promesas incumplidas y placenteras tardes-noches de mesa-camilla. Nada
es como antes e incluso este mes llamado “de las rebajas” queda encubierto por
una difícil situación que hace que estemos rebajados todo el año. Pasaron de
manera tan fulgurante como hermosa la ilusión infantil de los Reyes; los nuevos
y vanos propósitos de Año nuevo (vida nueva) y el Quinario del Señor de Sevilla
y la Novena de
Jesús de la Pasión. Con
Ellos empieza un ciclo que termina y empieza a la vez cuando un nazarenito
blanco pise por primera vez la rampa del Salvador. La vida en Sevilla se nutre
de momentos por vivir atados a los vividos por quienes nos antecedieron. Aquí
lo nuevo se nutre de lo viejo y lo viejo de retroalimenta de lo nuevo. Una
espiral de sentimientos indeleblemente unidos a las tradiciones y la fe. Los
tiempos cambian y nos hacen cambiar a nosotros con ellos. Bien está que de vez
en cuando saquemos a pasear al niño que un día fuimos. Cosa bien distinta es,
como adultos, escudarnos para no crecer en los paraísos perdidos de la
infancia. La vida, fundamentalmente, es presente y futuro. Lo vivido, para lo
bueno y lo malo, vivido está. Lo verdaderamente importante es el día que
empieza y que, si Dios así lo quiere, podremos gastar en horas y momentos. Cuando
los recuerdos son gratos el pasado nos redime y nos ennoblece a parte iguales. Bien
está vivir con los momentos pasados; mala cosa es cuando los mismos nos atan a
la melancolía. Vivir anclado en el ayer de manera permanente es el camino más
corto para renunciar a la vida presente. Más importante que lo que “decíamos
ayer” es lo que “podamos decir hoy”. Enero se nutre de savia de ramas nuevas
enredadas en las raíces de los troncos viejos. Siempre pasó así y siempre
pasará de la misma manera. Enero es un poema perdido en la noche de los
tiempos; una ilusionada risa infantil; el frío en cuerpo y alma de un anciano;
una promesa en el aire buscando verdad y destinatario; un círculo sentimental
que empezó a rodar y el inicio de casi todo. Enero llega y se va dejando en
cuerpos y almas la sensación de que lo bueno siempre estará por llegarnos. Decíamos ayer.
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