domingo, 1 de febrero de 2015

Fotos de mercadillo





En mis visitas semanales al Mercadillo del Jueves sevillano siempre encuentro toda clase de objetos y utensilios (cosas en definitiva) que no dejan de sorprenderme. Allí, de la forma más inesperada, puedes encontrar cualquier cosa tirada por los suelos. La resaca playera de los mares de la existencia humana. Si hay algo que siempre me llama poderosamente la atención son la abundancia de antiguas fotos personales. Unas sueltas y otras directamente enmarcadas en marcos ajados por el paso del tiempo. Fotos de niños vestidos primorosamente de Primera Comunión. Una joven pareja de recién casados plenamente convencida de que aquello durará  “hasta que la muerte los separe”. Una señora de mirada severa que nos deja meridianamente claro quien era la que mandaba en su casa. Otra de las que se utilizaban para los Libros de Familia numerosa. Alguien vestido de nazareno delante de la Virgen de sus amores  o un soldado con una amplia sonrisa que denota una carencia total de ardores guerreros. Documentos gráficos de personas que posiblemente no pocas ya no estén en el Reino de los que respiran y pagan hipotecas. Siempre me hago dos preguntas sobre el particular: ¿quién puede desprenderse tan alegremente de fotos familiares que representan el testimonio gráfico de sus ancestros? ¿Quién compra una foto personal y privada de una persona que ni tan siquiera conoce? Enigmas de la condición humana a la que, de manera racional, difícilmente encontraremos explicación. Los Mercadillos representan de manera clara y rotunda donde terminan los objetos y utensilios que, sin dudar, habrán llenado placenteramente la vida de muchas personas. Todo termina por los suelos a precios de saldo. En los últimos meses y motivado por la feroz crisis que padecemos prolifera la venta de ropa usada. Por cinco euros te venden un lote compuesto por una  antigua guerrera de Sargento de Caballería, un tomo suelto de los “Episodios Nacionales” de Pérez Galdós y una foto grande enmarcada de un señor desconocido con sombrero y bigote. Es la vida mostrada en todo su realismo y ante eso solo podemos asumir lo inevitable.  Fotos de Mercadillo como ejemplo de lo efímero y voluble de la condición y la existencia humana.

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