martes, 1 de septiembre de 2015

Gran Poder de Dios






“Desde tu inmenso dolor
que se hace largo y profundo
se nutre siempre el amor
y las penas de este mundo”

El eterno llanto de la Siguiriya se nutre de las gotas de sangre que se desprenden de las espinas clavadas en tu frente. Quienes te buscan en la placidez de tu templo saben que siempre lograrán encontrarte. Te cambian la tunica y casi no lo notamos pues nuestras miradas solo  buscan la tuya. Tus manos sostienen con firmeza un madero que muestra y lleva implícito el eterno dolor de los desheredados de la tierra. Besamos tu talón como las hojas del otoño besan suavemente el albero del Parque cuando caen de los árboles.  Eres padre, hermano, amigo y compañero para los sentimientos de una Ciudad que siempre encuentra el sendero para postrarse a tus plantas. Tu presencia, siempre tan bondadosa y cercana, hace dudar al agnóstico y reafirma la fe del creyente. Sales poco a la calle pues como en casa de uno en ninguna parte. Eres pentagrama para el alma donde siempre queda flotando la eterna melodía sevillana. Muestras tu pie siempre adelante para que entendamos que no se puede parar el carrusel de la vida y los sueños. Estampas con tu rostro sirven de consuelo en cabecera de camas hospitalarias y residencias de quienes, por no tener ya siquiera, no tienen edad sino mucha vida a sus espaldas. Fotos tuyas enmarcadas en humildes habitaciones de corrales de vecino eran el mejor antídoto contra la miseria. Tu presencia siempre es redentora sin más argumento que la solidaridad que emana de tu inmenso dolor. En las hileras del ruán de tus hermanos se abre cada Madrugá un camino de luz donde Tú pasas para que Sevilla, rendida a tus pies, te sienta sobre su corteza por calles y plazoletas. Eres la sed del sediento, el pan del hambriento y el aire que mueve en madrugadas eternas la veleta de la Giralda.  Pasaron ya los que ayer te veneraron y pasaremos los que todavía tenemos la dicha de contemplarte. Tú nunca pasarás por estar eternamente anclado a los sentimientos más nobles de la Ciudad.  Decía don Antonio Machado en un poema…”Cuando de nada nos sirve rezar”.  Si nos llegara ese triste momento de escepticismo y descreimiento siempre nos quedará el Gran Poder de Dios y también de... ¡Sevilla!


Juan Luis Franco –  Martes Día 1 de Septiembre del 2015

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