No es la primera vez y puede que tampoco sea la última que tenga que
manifestar en este Blog mis carencias en cultura cofrade y mi desconocimiento
del día a día de las hermandades sevillanas. Evidentemente todo cuanto atañe a
esta Ciudad no me puede resultar ajeno y en la Semana Santa está
explícitamente representado nuestro ayer más noble y sentimental. Me llamó la atención que todavía en pleno mes
de julio hubiera en las televisiones locales programas semana-santeros semanales
y el ardor (como si no tuviéramos bastante con la implacable calor de esos día)
que ponían los tertulianos en defender sus teorías. Unas veces se hablaba de
los irresolutos problemas que aquejan a la Madrugá.
Otras lo hacían sobre
elecciones a hermanos mayores. Sobre la idiosincrasia de tal o cual
hermandad o los problemas para ensayar de las bandas de cornetas y
tambores. Reconozco que mi manera de
pensar sobre tales menesteres no es buena ni mala sino inexistente. Mi particular vida cofrade la desarrollo
acudiendo regularmente a visitar a las imágenes de mis devociones y asistiendo
a los cultos que se programan (fundamentalmente los de Pasión). Pertenezco a
tres hermandades: La Candelaria, Pasión y el Gran Poder. En San Nicolás
estarán siempre mis raíces sustanciadas en el profundo recuerdo de mi abuela y
mi madre. En la Colegial del Salvador se desarrolla mi fe de sevillano
profundo que busca siempre la verdad en la cara de Pasión quien, a la postre, siempre despeja todas mis dudas. Por San Lorenzo anidan en mi interior un
inmenso caudal de emociones y sentimientos compartidos. Sitio de referencia
histórica de miles de sevillanos y, sobre todo, sevillanas que desde siempre
supieron cual es en Sevilla el camino que conduce a un Dios verdadero (el mismo
que les mostraron cariñosamente a hijos y nietos). Hago la Estación de Penitencia
acompañando al Señor de Pasión y a la Virgen de la Merced pero que nadie me pregunte como se
llaman los capataces que comandan los pasos. Este pasado mes de junio hubo
elecciones en La Candelaria y mi
incomparecencia fue debida al desconocimiento absoluto de los candidatos. Pero no estaría de más que aunque sea de
tarde en tarde llamemos a las cosas por su nombre. Aparte de algunos días de la Cuaresma y el de la
salida de su Hermandad podemos preguntarnos: ¿cuántos hermanos visitan
regularmente las capillas? ¿Cuántos asisten a los cultos? ¿Cuántos, mientras
son miembros de una Junta de Gobierno, están todo el santo día en la Hermandad y después
desaparecen como por arte de magia? ¿Quién o quienes se preocupan de atender a
los nuevos hermanos que acuden buscando ser de utilidad en la Hermandad? En fin sería un rosario de preguntas sin
respuestas que ha condicionado que la “progresía de salón” se relama de gusto
viendo a muchos “niños grandes” jugando a los “pasitos”. La banalidad se ha
apoderado definitivamente de nuestra sociedad y la Semana
Santa, con sus aspectos colaterales, no podía ser una excepción.
Una vez más se nos aparece nimbada con la ancestral aureola de eterna dualidad
sevillana: figurones de tres al cuarto que vienen a “servirse” de “su”
hermandad y personas que, desde el anonimato, trabajan denodadamente por una
hermandad que entienden es tan suya como de los demás. Evidentemente, estos
últimos desarrollan su labor sin esperar nunca nada a cambio. Prometo, eso si,
que será la última vez que escriba sobre algo que desconozco y cuyo presente y
futuro parecen estar en “buenas manos”. Los cirios de la vanidad apagaos y los
corazones de la solidaridad siempre encendidos. O eso o terminará ganando la batalla lo
superficial sobre lo profundo.
Juan Luis Franco – Domingo Día 13 de Septiembre del 2015
Aunque de una manera subsconciente, todos hemos sido alguna vez niños grandes que han jugado a algo. Posiblemente buena parte de nuestros razonamientos pueriles y más absurdos sean los que están sosteniendo ese mundo cofrade, en el que nos complacemos; gracias a él y a su sostén físico y empocional, podemos bendecir a Dios en sus sagradas imágenes. Lo de la madrugá está tomando unas dimensiones que quizá tenga que ser resuelto por el congreso de los diputados. Y si eso falla, quizá en la ONU tengan alguna solución. Partía de chuflas...
ResponderEliminarBien planteado,Juan Luis, un saludo.