viernes, 15 de enero de 2016

Tramontana





Se vaciaron de los bolsillos  las falsas monedas que de mano en mano van y ninguno se las queda. Cubrieron las farolas de  esquinas de acero con el negro manto de la pena amarga. Rieron por no llorar y lloraron para que la risa no los partiera por la mitad. Buscaron a ciegas las amorosas manos de las madres perdidas en brazos de la orfandad. Convocaron a la luz y se descorrieron las cortinas del Templo de Salomón. Buscaron a las musas por entre los Jardines del Edén y se quedaron colgados de las enredaderas. Llamaron Poesía al llanto del rocío mañanero y Música al aire silbando por entre los olivos. Llenaron las urnas de sobres vacíos y las botellas de las tabernas con mosto y lágrimas de sal. Guardaron los fusiles en las armerías y tiraron las llaves al mar sediento de peces y barcos. Buscaron a Dios clamando en los desiertos y al final lo encontraron por la Plaza de San Lorenzo. Gastaron la misma piedra de tropezar con ella una y mil veces. Pasaron de puntillas por las sacristías para no interrumpir el profundo sueño de los sacristanes. Fueron orillas de playas desiertas  donde siempre arriban los náufragos del desamor. Soñaron con el amor de los amores y se despertaron llorando. Pararon un momento para, con los pañuelos de encajes de sus abuelas, decirle adiós por última vez a la Torre Grande. Rezaron una canción y cantaron una oración. Vinieron para quedarse y al final se terminaron marchando. Almas errantes en busca de los paraísos perdidos.


Juan Luis Franco –  Viernes  Día 15 de Enero del 2016

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