viernes, 26 de febrero de 2016

Obras son amores




 

En el Bloque donde tengo mi “guarida” y donde transcurren una parte de mis días y la totalidad de mis noches han vuelto las obras. Lo han hecho por la puerta grande con reparaciones integrales de las viviendas adquiridas. De unos años a esta parte y motivado por la Crisis no se escuchaba un martillazo ni aunque repusieran en la tele “La Gran Evasión”. Habíamos hasta olvidado los ruidos estentóreos que desesperados nos hacía salir a la calle por tabaco aunque no hubiéramos fumado en la vida.  Pero como parece ser que el dinero ha vuelto a “aparecer” en nuestras maltrechas economías ya se han reactivado las compra-ventas de pisos y sus posteriores remodelaciones.  Albañiles, pintores y fontaneros al poder. En el mes del pasado enero sufrí en mis carnes (sobre todos en mis oídos y mis nervios) dos obras que me afectaban de forma muy directa. El piso inferior de mi “guarida” ha estado de obras dos semanas. Una cuadrilla formada por tres hombres se encargaba de lunes a viernes (de 8 a 3 y de 5 a 8) de provocar una amalgama de ruidos de los más diversos y variopintos.  Han puesto nuevo hasta los cordeles de tender del patinillo. La otra obra, en el piso superior, todavía no ha terminado y va a dar lugar  que espachurre mi corto presupuesto en tilas y agua de azahar.  Esta remodelación pisera la está llevando a cabo un vecino (con fama de mañoso) y su siempre dispuesto cuñado. Como ambos, gracias a Dios, en la actualidad trabajan utilizan para la obra del piso las horas libres que les dejan sus ocupaciones laborales. Unas veces martillean o trompetean juntos y otras por separado. Lo cierto es que el primer martillazo inaugural lo dieron el siete de enero y hasta la fecha siguen martillo y trompo en ristre. El ruido siempre está al acecho y cuando menos te lo esperas y en los momentos más inoportunos aparece el trac-trac del martillo pilón y el lamento de las paredes ante la penetración del trompo.  Solo hacen por la tarde algún paréntesis para que mi vecino, desde la terraza de la nueva vivienda, le diga a grito pelao a su niña Vanesa que le deje un ratito la bici al hermano. Obras son amores sobre todo para los que a la larga las disfrutan.

 

 

Juan Luis Franco – Viernes Día 26 de Febrero del 2016

 


 

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