Desde hace unos años a esta parte el Betis, mí querido Real Betis
Balompié, está haciendo de manera permanente borrones y cuentas nuevas.
Cada inicio de temporada es un nuevo proyecto y nuevas expectativas. Con cada fracaso anual de nuevo vuelta a
empezar. Todo comenzó cuando en el 92 llegó al Betis un “Salvador”
procedente del Barrio del Fontanal. El mismo que a golpes de billetes nos iba a
colocar en la élite del fútbol europeo y de paso mandaría a la reserva al “otro Equipo
de la Ciudad ”.
La realidad nos ha mostrado todo lo
contrario y el Sevilla,
magníficamente gestionado, se nos muestra exultante y con nuevos proyectos
donde siempre prima el crecimiento a través de la racionalidad. Los aficionados
de las trece barras nos creímos a pie juntillas aquella sarta de utopías que
terminaron como todos bien sabemos. Los seres humanos, y los béticos no íbamos
a ser una excepción, siempre pecamos de una manifiesta ingenuidad ante los
cantos de sirena. El Betis lleva
judicializado ¡siete años! y lo peor
es que debido a la exasperante lentitud de la Justicia española
(propiciando que se vayan de rositas muchos delincuentes de guante blanco al
haber prescritos sus fechorías) la sombra del “Salvador” sigue planeando sobre nuestras cabezas. Pero debo admitir sin reservas que con la
llegada de Ángel Haro a la Presidencia del Betis he recuperado una cierta
dosis de optimismo. Estamos ante una persona joven, triunfadora en el mundo
empresarial y, aparte de ser un bético de primer nivel, con unas ideas muy
claras de cómo gestionar a la Entidad verdiblanca. La contratación de Miguel Torrecilla como Director Deportivo y de Gustavo Poyet como Entrenador no hacen más que reafirmarme de que estamos en el buen
camino. No sabría afirmar si la Afición del Betis
es la mejor de España pero es difícil
encontrar a una masa social más fiel, leal y sufridora. Siempre he considerado
que nos falta un mayor espíritu crítico ante situaciones que son muy difíciles
de asimilar. Esta Ciudad necesita a
sus dos Equipos en la élite del
fútbol nacional. Uno, aunque no nos resulte agradable de reconocer, ya lo está.
El otro (que es el mío) creo que está en
el buen camino. Ya veremos.
Juan Luis Franco – Miércoles Día 22 de Junio del 2016
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