Ahora, que ya mi vida laboral y profesional está cada día más lejana,
se me abren unas nuevas expectativas de cara a cubrir positivamente esta última
etapa existencial. Siempre me he
considerado un buen observador y mis paseos diarios por el Centro de la Ciudad me ofrecen un
amplio campo observatorio. Suelo coincidir con algunos/as de mi generación y
compruebo en ellos/as algunos denominadores en común o palpables
diferencias. No pocos viven instalados
en un pasado que en algunas ocasiones se han prefabricado para sentirse cómodos
en el presente. El truculento resultado
de la memoria selectiva. En bastantes ocasiones toda nuestra
conversación gira en torno al…”Te
acuerdas de…” y parece que el ahora y el mañana es algo que ya no va con
ellos. Intentar vivir exclusivamente
sobre lo vivido es como intentar sacar agua de un pozo seco. Bien está que tengamos siempre presente los
momentos vividos y los paraísos soñados (muchas veces perdidos) para que
nuestro caudal sentimental no deje nunca de fluir. Somos lo que fuimos y nunca,
por lo incierto, lo que seremos. Me llama gratamente la atención cuando
coincido con algunas de las mujeres con las que compartí espacio y tiempo
generacional. Esplendidas féminas
sesentonas que, después de desligarse -¡por fin!- de los plastas de sus maridos,
se nos presentan renovadas por dentro y por fuera. Son un claro ejemplo de que lo bueno siempre
puede estar por llegar. Te hablan apasionadamente del presente y son plenamente conscientes de que
el futuro ya les pertenece. Llevan, eso si, grabadas para siempre en su piel
los “Quince años” del Dúo Dinámico. Ya no necesitan sentarse
en un rincón esperando que las saquemos a bailar. Ellas, definitivamente, ya
bailan solas.
Juan Luis Franco – Viernes Día 9 de Septiembre del 2016-06-07
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