Afortunadamente con el paso de los años uno va logrando demoler el muro
de intolerancia que otros construyeron para nosotros. Las cosas van surgiendo
de manera natural y asumimos sin complejos que nuestra personalidad es una suma
discontinua de variadas contradicciones. ¿Se puede ser de ideología
izquierdista (socialdemócrata por más señas) y realizar la Estación de Penitencia detrás del Señor de Pasión? ¿Ser creyente con un razonable margen de
dudas y no abandonar del todo algunos teóricos posicionamientos marxistas de
nuestra juventud? Se puede, ya lo creo que se puede. Recuerdo en mi etapa juvenil como para
aquellos (poquitos por cierto) que estábamos en la lucha antifranquista todo funcionaba en el marco de lo políticamente correcto. En lo musical había
que escuchar prioritariamente a los cantautores de protesta y a la
Nova Cançó. Aquello para
nosotros representaba (salvo excepciones) un autentico coñazo y en nuestras adormecidas
almas de eternos andaluces reposaban a la espera de una segunda oportunidad el
Arte de “los/as “nuestros/as”. Antonio Molina, Rafael Farina, Manolo
Caracol, Antonio Machín o doña Concha
Piquer era lo que nos ponía el “vello
de punta”. Pero claro todo lo que
tuviera reminiscencia franquista debía ser abolido, aborrecido y alejado de
nuestro particular espacio sentimental. Poca o ninguna culpa tenían los
artistas de que el franquismo durará cuarenta largos años y de que el Dictador muriera en la cama de un
hospital. Algo que, para que negarlo, hemos tardado muchos años en sacudirnos.
Hoy, ¡al fin!, sabemos emocionarnos (sin cortapisas) con Raphael o Serrat. Con Ella Fitzgerald o Juanita Reina. Con Manolo
Caracol o Elvis Presley. Con Paco Ibáñez o Michael
Bublé. Nadie, ni nada, debe mutilar
nuestro espacio sentimental-cultural y todo se reduce a luchar contra las consignas
inducidas y el sectarismo. Libres para pensar, libres para soñar, libres para
expresarnos y libres para sentir.
Juan Luis Franco – Viernes Día 23 de Septiembre del 2016
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