lunes, 21 de noviembre de 2016

La Educación



“Antes, una carrera era todo lo que
necesitabas para conseguir un buen
trabajo; ahora hace falta también
un máster. ¿Dónde acaba? Supongo
que dentro de unos años tendrás que
ganar un Nobel para trabajar”
- Sir Ken Robinson –

Soy un firme convencido de que una buena Educación es –o debía ser- el soporte fundamental donde se vertebre una sociedad libre, responsable, solidaria y, lo más importante, con futuro. La gran contradicción es que se programa el devenir de los niños y los jóvenes sin tener en cuenta para nada la opinión de los mismos.  Son los adultos (políticos y financieros fundamentalmente) los que llevan a cabo esta programación donde en no pocas ocasiones priman sus particulares intereses en detrimento del conjunto de la sociedad. España que es en definitiva la que verdaderamente nos importa vive en una sucesión de fallidos planes educativos donde siempre prima lo ideológico sobre lo racional.  ¿En verdad quieren hacernos creer que todo gira en la creación -vía formativa- de ciudadanos libres y responsables?  ¿Para que le sirve a un joven de la actual generación una buena formación si sabe que su futuro estará allende nuestras fronteras?  El único intento serio que se produjo en este país para una Educación sensata, libre y responsable fue con la creación de la Institución Libre de Enseñanza (1876-1936) al amparo de intelectuales de la talla de Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón.  Después pasó lo que pasó y se jodio el “invento”.  Llegó una larga y dura dictadura donde la Educación estaba al servicio del Poder y de los dogmas emanados del Sistema (Dios, Patria y Familia). Después llegó la ansiada Democracia y España ya lleva ¡siete leyes educativas!  Un auténtico despropósito que ha posibilitado que nuestro país (Andalucía ni les cuento) se encuentre a la cola del proceso educativo europeo (informe PISA). Los parámetros de nuestra Educación son patéticos y el abandono escolar sigue siendo el más alto de Europa.  Este es  un país, con tantos problemas para concensuar, donde nada que beneficie al común de los ciudadanos es previsible que ocurra.  Podemos creer en los ángeles pero no que encima vuelen por encima de nuestras cabezas.


Juan Luis Franco – Lunes Día 21 de Noviembre del 2016


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