“Antes, una carrera era todo lo
que
necesitabas para conseguir un
buen
trabajo; ahora hace falta también
un máster. ¿Dónde acaba? Supongo
que dentro de unos años tendrás
que
ganar un Nobel para trabajar”
- Sir Ken Robinson –
Soy un firme convencido de que una buena Educación es –o debía ser- el soporte fundamental donde se vertebre
una sociedad libre, responsable, solidaria y, lo más importante, con futuro. La
gran contradicción es que se programa el devenir de los niños y los jóvenes sin
tener en cuenta para nada la opinión de los mismos. Son los adultos (políticos y financieros
fundamentalmente) los que llevan a cabo esta programación donde en no pocas
ocasiones priman sus particulares intereses en detrimento del conjunto de la
sociedad. España que es en definitiva la que verdaderamente nos importa vive en
una sucesión de fallidos planes educativos donde siempre prima lo ideológico
sobre lo racional. ¿En verdad quieren
hacernos creer que todo gira en la creación -vía formativa- de ciudadanos
libres y responsables? ¿Para que le
sirve a un joven de la actual generación una buena formación si sabe que su
futuro estará allende nuestras fronteras?
El único intento serio que se produjo en este país para una Educación sensata, libre y responsable
fue con la creación de la Institución Libre de Enseñanza (1876-1936) al amparo de
intelectuales de la talla de Francisco
Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón. Después
pasó lo que pasó y se jodio el “invento”.
Llegó una larga y dura dictadura donde la Educación
estaba al servicio del Poder y de los
dogmas emanados del Sistema (Dios, Patria y Familia). Después llegó
la ansiada Democracia y España ya lleva ¡siete leyes educativas! Un
auténtico despropósito que ha posibilitado que nuestro país (Andalucía ni les cuento) se encuentre a
la cola del proceso educativo europeo (informe PISA). Los parámetros de nuestra Educación son patéticos y el abandono escolar sigue siendo el más
alto de Europa. Este es un país, con tantos problemas para concensuar,
donde nada que beneficie al común de los ciudadanos es previsible que ocurra. Podemos creer en los ángeles pero no que
encima vuelen por encima de nuestras cabezas.
Juan Luis Franco – Lunes Día 21 de Noviembre del 2016
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