Desde que los tiempos se cuentan por minutos, días, semanas, meses y
años los pobres de solemnidad siempre se han visto atropellados por sus temidos
y particulares caballos del Apocalipsis:
el frío y el hambre. En este caso el
orden de los factores casi nunca altera la pobreza. Los pobres muy pobres (que
hasta en esto tienen grados los humanos) le temen al invierno casi tanto o más
que a la hambruna. El frío se mete en los huesos y hace castañear los dientes y
el alma de los desfavorecidos por la fortuna. Tristemente y como un ejemplo
palpable de que muchas veces las sociedades cambian las formas pero nunca el
fondo los pobres se siguen muriendo de hambre y frío. A los indigentes que
duermen en la calle la noche les persigue e intentan dormir arropados entre
cartones y mantas viejas. Si le les
llega el sueño soñarán con haber conseguido vencer al frío en soñados y
perdidos hogares con troncos de leña que en las noches invernales chisporretean
acompasados. En la llamada “Etapa Hermética”
del Flamenco (sus primeros compases
históricos) -cuando era tan marginal como la pobreza- los flamencos siempre
estaban arrecíos. Tenían frío en cuerpos y almas. He conocido a lo largo de mi vida de
aficionado y estudioso del Flamenco a muchos artistas ya mayores que, incluso
en verano, todos usaban alguna chaqueta o chaquetilla. Sus comentarios sobre el
particular aparte de unánime eran significativos.... “Hay que taparse miarma que tu
no sabes lo malito que es el frío”.
Llevaban en sus genes la memoria de las calamidades atadas a sangre y
fuego al ADN de sus ancestros. Ahora cuando ya existen listas para viajar a la Luna
los pobres se siguen muriendo de hambre y frío. Hace pocos días una anciana de 81 años ha muerto en Reus a causa de un incendio. No la mató
el frío sino el fuego provocado por unas velas que sustituían a un miserable
corte de fluido eléctrico. Vivimos en una sociedad inmisericorde donde los
ricos aumentan su riqueza mientras que los pobres aumentan su pobreza. El Papa Francisco (¡alabado sea Dios por darle la palabra a este
argentino del San Lorenzo de Almagro!)
lleva tiempo denunciando este estado de cosas donde, como pasó siempre, la
pobreza molesta por romper la estética de los que nunca lo han sido ni lo
serán. Frío y hambre; hambre y frío o lo
que es lo mismo: la pobreza extrema llamando a las puertas de nuestras
conciencias.
Juan Luis Franco – Martes Día 22 de Noviembre del 2016
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