Los tiempos siempre aportan nuevos conceptos que priorizan el
continente en detrimento del contenido.
Estamos inmersos, en todas las modalidades, dentro de eso que
pomposamente llaman “marca España” y
que trata de potenciar las grandes posibilidades que nuestro país ofrece –o más
bien puede ofrecer- en todos los ámbitos posibles. Algo parecido a la Coca-Cola
o los vuelos de Air-France. Una marca
que en definitiva debe ser conocida allende nuestras fronteras. Estas cosas no hacen más que corroborar que estamos
instalados en el disparate. En nuestro ámbito más cercano –el local- ahora lo
que se lleva es dilucidar sobre nuestro “modelo
de Ciudad”. ¿Qué fuimos, que somos y que queremos ser? Toda una campaña de
marketing llamada a resaltar el atractivo de esta Ciudad a la que llamamos Sevilla.
Pero, a que engañarnos, aquí los modelos
de Ciudad funcionan a niveles corporativos y todos arriman
el ascua a su sardina. Los “Depositarios de las Esencias” quieren un
“modelo de Ciudad cerrado y proclive a sus intereses personales. Recuerdo el
pasado verano cuando estos articulistas clamaron al cielo por el cierre de “La
Alicantina ” y no dedicaron una sola línea para denunciar
el desahucio de “La Carbonería ” que, a la postre, se nos configura
como uno de los centros culturales claves de Sevilla (por allí han pasado
grandes personalidades del mundo de las Artes
y la Cultura pero, para que engañarnos, allí paraban
también una parte del “rojerío”
sevillano). Tienen su particular modelo de Ciudad
y lo demás, para ellos, son tonterías de iluminados progresista. Se apoyan
en los excelentes escritores José María
Izquierdo y Joaquín Romero Murube
(de tarde de tarde también se acuerdan de Antonio
Núñez de Herrera y de Manuel Chaves
Nogales). Evidentemente nunca citan a, los también sevillanos, Antonio
Domínguez Ortiz (Maestro de maestros
de historiadores españoles) y Emilio Lledó (Premio Nacional de las Letras Españolas-2014 y Premio Princesa de
Asturias de Comunicación y
Humanidades-2015). Mi sueño de
modelo de Ciudad es el de una donde
la gente encuentre y conserve un trabajo de calidad; los niños tengan cubiertas
todas sus necesidades; los servicios sanitarios y educacionales funcionen; la
gente joven talentosa trabaje entre nosotros y las tradiciones y las
vanguardias convivan en completa armonía. Una Ciudad limpia, culta y
ordenada donde la Historia sea un fiel
reflejo del presente y un atractivo añadido para el futuro. ¿Una utopía?
Posiblemente, pero lo importante de los sueños no es que se cumplan: es que se
tengan. Modelo de Ciudad para todos y no para unos pocos.
Juan Luis Franco – Viernes Día 18 de Noviembre del 2016
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