jueves, 15 de diciembre de 2016

Esperando a Godot



“las ideas solo son respetables cuando
 son independientes, es decir,
cuando no se dejan instrumentalizar
política o comercialmente”
- José Luis Pardo –

Recuerdo en mi infancia y juventud que cuando la gente se refería a alguien que, en pleno franquismo, estaba comprometido políticamente se decía de él que era “un hombre de ideas”.  Eran una minoría muy minoritaria y sobre ellos siempre caía la sombra de la duda y en no pocas ocasiones se les consideraba una mala y peligrosa compañía. Se trataba de personas que vivían en el filo de la navaja buscando senderos de libertad e igualdad para una mayoría de las que, salvo honrosas excepciones, siempre recibían el recelo por respuesta.  Eran perseguidas por la Brigada Político-Social de la época y pagaron el tener ideas propias con marginaciones, palizas, detenciones, años de cárceles y, en algunas ocasiones, con  la perdida de la propia vida. En cualquier dictadura (de Derecha o de Izquierda) tener ideas propias es sumamente peligroso y en las democracias no tenerlas es renunciar a la base y raíz de cualquier sistema democrático.  La España de hoy (en algo que es –o debía ser- lo prioritario en nuestros desvelos y compromisos) está no solamente huérfana de ideas sino que vive enmarañada en los cantos de sirenas de populistas, demagogos y oportunistas. Los filósofos y escritores que no se venden por un despacho enmoquetado son marginados sutilmente por el Poder. Cuando una Educación no se preocupa en formar a hombres y mujeres en la libertad de discurrir sin intermediarios está abocada al fracaso (sin que tenga que recordarlo algo llamado PISA).  Los valores que dimanan de la ética (solidaridad, sacrificio, austeridad, coherencia, bondad, decencia....) ni están ni se les espera. Vivimos instalados en una sociedad donde prima la superficial sobre la autenticidad de las cosas. Los filósofos duermen el sueño de los justos a la espera de tiempos mejores. Somos marionetas en manos de mercaderes y demagogos que hablan –y deciden- en nuestro nombre sin ni siquiera preguntar nuestras opiniones. Producir, consumir y asentir es lo que necesitan para considerarnos ciudadanos perfectos.  Seguimos, eternamente, esperando a Godot.


Juan Luis Franco – Jueves Día 15 de Diciembre del 2016


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