“las ideas solo son respetables
cuando
son independientes, es decir,
cuando no se dejan
instrumentalizar
política o comercialmente”
- José Luis Pardo –
Recuerdo en mi infancia y juventud que cuando la gente se refería a
alguien que, en pleno franquismo, estaba comprometido políticamente se decía de
él que era “un hombre de ideas”. Eran una minoría muy minoritaria y sobre
ellos siempre caía la sombra de la duda y en no pocas ocasiones se les
consideraba una mala y peligrosa compañía. Se trataba de personas que vivían en
el filo de la navaja buscando senderos de libertad e igualdad para una mayoría
de las que, salvo honrosas excepciones, siempre recibían el recelo por
respuesta. Eran perseguidas por la Brigada Político-Social de la época y pagaron el
tener ideas propias con marginaciones, palizas, detenciones, años de cárceles
y, en algunas ocasiones, con la perdida
de la propia vida. En cualquier dictadura (de Derecha o de Izquierda)
tener ideas propias es sumamente peligroso y en las democracias no tenerlas es
renunciar a la base y raíz de cualquier sistema democrático. La
España de hoy (en
algo que es –o debía ser- lo prioritario en nuestros desvelos y compromisos)
está no solamente huérfana de ideas sino que vive enmarañada en los cantos de
sirenas de populistas, demagogos y oportunistas. Los filósofos y escritores que
no se venden por un despacho enmoquetado son marginados sutilmente por el Poder. Cuando una Educación no se preocupa en formar a hombres y mujeres en la
libertad de discurrir sin intermediarios está abocada al fracaso (sin que tenga
que recordarlo algo llamado PISA). Los valores que dimanan de la ética
(solidaridad, sacrificio, austeridad, coherencia, bondad, decencia....) ni están
ni se les espera. Vivimos instalados en una sociedad donde prima la superficial
sobre la autenticidad de las cosas. Los filósofos duermen el sueño de los
justos a la espera de tiempos mejores. Somos marionetas en manos de mercaderes
y demagogos que hablan –y deciden- en nuestro nombre sin ni siquiera preguntar
nuestras opiniones. Producir, consumir y asentir es lo que necesitan para
considerarnos ciudadanos perfectos. Seguimos, eternamente, esperando a Godot.
Juan Luis Franco – Jueves Día 15 de Diciembre del 2016
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