Utrera representa en el Cante flamenco lo que Nueva Orleans en el Jazz: pura química existencial.
Cinco pueblos tiene la provincia de Sevilla
que configuran una parte emocional y sustancial de mi inveterada afición al Flamenco. Me refiero, claro está, a Mairena del Alcor, La Puebla de Cazalla, Marchena, Lebrija y.... ¡Utrera!
En todas estas hermosas localidades andaluzas he sentido como el Cante flamenco me arañaba las paredes
del alma en noches donde hasta la luna bailaba por Bulerías. Hoy, cuando la
primavera asoma su verde esplendor para que por nuestras callejuelas y
plazoletas el azahar pase de ser un tópico a convertirse en una fragante
realidad, me llega la triste noticia del fallecimiento del cantaor utrerano “Chato de Utrera”. Me lo anuncia por wasap, cuando volvía para la “cueva”, mi entrañable amigo Salva Gavira. Se llamaba, para los registros civiles de
los humanos, Ramón Benítez Mira y ha
fallecido a la edad de 72 años en su
localidad natal. Era uno de los últimos
cantaores fraguados en fiestas y reuniones que, posteriormente, pasaron a una
vida más placentera en tablaos y compañías itinerantes. Su vida, la vida de
este gran señor del Cante flamenco,
es digna de estudiarse. Llegó a Barcelona con lo puesto cuando contaba
tan solo con 17 años de edad llegando
a dormir en la boca del metro.
Después, cuando lo contrata Antonio Gades para su Compañía, su arte se abriría paso y ya
todo fue un imparable avance. “El Chato de Utrera” llegó a actuar con Camarón, Paco de Lucía e incluso con.... ¡Bob
Dylan”! Su cante por Solea, Fandangos y Bulerías se nos antoja de una belleza verdaderamente deslumbrante. Descanse en paz.
Juan Luis Franco – Lunes Día 20 de Marzo del 2017
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