miércoles, 17 de mayo de 2017

Crítica y críticos






La crítica flamenca (como la de cualquier actividad artística) con la “competencia” de las Redes Sociales se encuentra actualmente en horas muy bajas.  Poco, o nada, puede influir ya un crítico flamenco sobre el devenir de una grabación o las distintas actuaciones en directo que se programen.  Los aficionados y estudiosos flamencos de esta hermosa ciudad a la que llaman Sevilla hemos tenido la suerte de contar (en el ayer y en el presente) con excelentes críticos que mucho nos han despejado sobre las grandes incógnitas de este Arte parido y amamantado en Andalucía. Un glorioso ayer donde en Sevilla escribían (o hacían radio y televisión) del Flamenco y sus circunstancias talentos de la talla de José Antonio Blázquez, Emilio Jiménez Díaz, Miguel Acal, Paco Herrera, Manuel Curao, Amos Rodríguez Rey (hermano del “Beni de Cádiz”).... Grandes estudiosos y grandes comunicadores que nos enseñaron a los buenos aficionados todos los entresijos (con sus virtudes y defectos) de este Arte tan nuestro como ya definitivamente universal.  Hoy la crítica sevillana flamenca, en cuanto a talento y conocimientos se refiere, goza de una salud más que envidiable. Con Manolo Bohórquez (“El Correo de Andalucía”) a la cabeza tenemos motivos para reconocernos en el bagaje intelectual, la perseverancia y la desmedida afición de críticos como Juan Vergillos (“Diario de Sevilla”) y Alberto García Reyes (“ABC”).  Luego están gente del talento de Antonio Ortega que se nos configura como uno de los “francotiradores” más brillantes del periodismo flamenco actual. Pero ¿que leen y que piensan hoy los jóvenes aficionados al Flamenco?  ¿Sirve ya la crítica para contextualizar nuestras dudas y certezas?  ¿Pueden influir en el devenir comercial de una grabación o de un espectáculo? Sinceramente y cosa que lamento los viejos esquemas de la critica flamenca ya han pasado a mejor –o peor- vida. Los tiempos cambian y con ellos terminamos cambiando todos nosotros.  Hoy las Redes Sociales se han convertido en los grandes gurús de la comunicación social (¿también cultural?) y, para lo bueno y lo malo, lo que no figura en ellas prácticamente no existe. Un síntoma más (¿y van?) de que mi generación flamenca se va difuminando un poco más cada día.  Es verdad que nada es (era) para siempre.





Juan Luis Franco – Miércoles Día 17 de Mayo del 2017



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