jueves, 18 de mayo de 2017

Pérez-Reverte y los veladores de La Campana






El gran Arturo Pérez-Reverte anda estos días por nuestra Ciudad para participar en un ciclo de conferencias de la Fundación Cajasol.  El lema es “Literatura y Guerra Civil” y, para un servidor, escuchar a este cartaginés universal siempre es una gozada y un ejemplo de dignidad y coherencia (otros, legítimamente, pensarán lo  contrario).  El autor, entre otras excelentes novelas, de”La piel del tambor” es un enamorado de Sevilla y desde hace treinta años la visita asiduamente. Le gusta caminar por el Centro de nuestra Ciudad y sentarse placidamente a ver pasar la vida sevillana en un velador de la Confitería La Campana.  Su gozo en un pozo pues ha notado con una buena dosis de cabreo que todos los veladores de La Campana han desaparecido como por arte de magia (municipal). Como muchos sevillanos no se explica que la aplicación de las leyes se mueva entre el todo o el nada. Como decía mi abuelo...”Ni calvo ni con siete pelucas”.  Bien está que las normativas están para cumplirlas y bien cierto es que la saturación de veladores en el entorno de La Campana se nos mostraba excesivo. Como quiera que suelo pasar cada mañana por ese entorno tengo una opinión de primera mano para constatar que muchas veces había que caminar sorteando veladores (Don Quijote sorteaba molinos de vientos y los sevillanos/as sorteamos veladores). La saturación de veladores en algunas zonas céntricas de la Ciudad es insostenible (dixit calle Mateos Gago) y era evidente que en muchos casos los propietarios de algunos establecimientos se pasaban la normativa por “el Arco del Triunfo”. Parece ser que la Confitería La Campana (de los pocos establecimientos centenarios que le quedan a Sevilla y con un escrupuloso respeto a su configuración original. Fue fundada en 1885) ponía últimamente once veladores. Bien cierto es que esta cantidad lo podíamos considerar excesiva pero se podía permitir al menos que se pusieran la mitad de los mismos y no situarse en el cero patatero. Mientras tanto, y a la espera de que en las dependencias municipales se resuelve este “velatorio” problema, se debía habilitar un solo velador y ponerlo a disposición de Arturo Pérez-Reverte. No podemos agraviar a gente de tanto talento que, de manera voluntaria, eligieron a Sevilla como su lugar de querencia. Esta fidelidad y este cariño sin cortapisas se merecen al menos un velador en La Campana (bueno, uno para él y otro para el Rey, que para eso esta Confitería sevillana es proveedora oficial de la Casa Real Española).





Juan Luis Franco – Jueves Día 18 de Mayo del 2017



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