En Andalucía todo gira siempre en torno a un glorioso pasado y a un prometedor futuro. El presente, que es donde vivimos, no parece que tenga gran importancia. Con la entrada del Estatuto de Autonomía el pueblo andaluz creyó ilusionada e ingenuamente que ¡por fin! había llegado su hora. Como pasó siempre por esta tierra las formas le ganaron la batalla al fondo de las cosas. Cuando los primeros años de Autonomía en los 28 de Febrero los balcones y ventanas se llenaban de banderas blancas y verdes. Ahora son una rara excepción quienes mantienen esa tradición. Se demuestra históricamente que aquí, más pronto que tarde, siempre termina imponiéndose la decepción y el hartazgo. El Día de Andalucía ya es sólo un Himno, unas banderas en organismos oficiales, unas medallas y unos actos institucionales para mayor gloria y pavoneo de algunos políticos y, para la mayoría de los andaluces, un puente festivo. Somos gente pacífica, laboriosa emprendedora, talentosa, solidaria, creativa y esos valores no cotizan en bolsa. Un pueblo que sueña leyendo a sus grandes poetas y oyendo a sus grandes músicos viendo cómo el progreso es cosa de otros. El Paro andaluz es endémico y de los mayores de Europa. Nos dicen que Andalucía tiene un potencial económico extraordinario. Solo falta saber cuándo se beneficiarán los andaluces de ese potencial. Lo dicho , como pasó siempre todo llegará en el futuro. La Odisea de Ulises en clave andaluza. Andaluces levantaos que ya se encargarán otros de volver a sentarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario