sábado, 26 de febrero de 2022

El Diablo se viste de tanque

"Un fanático es alguien que no puede cambiar sus opiniones y que no quiere cambiar de tema"  -Winston Churchill-


La Historia nos dice de manera pertinaz que Rusia es una tierra nacida para el zarismo. Unas veces toma formas monarquicas y se llama Nicolás II; otras se encarna en un comunista y se llama Stalin y en otras el Zar es un populista llamado Putin. De tarde en tarde aparece un demócrata, en el fondo y en las formas, dispuesto a romper la perversa tradición (léase Gorvachov), pero al final es anulado y marginado por el Sistema. La invasión de Ucrania sólo puede interpretarse en clave nazi. Un bárbaro acto obra de un dictador ebrio de poder y con una ambición política personal que no conoce límites ni fronteras. No cabe duda que Rusia posee en la actualidad una engrasada maquinaria de guerra con unos mandos, que de momento, siguen al pie de la letra las órdenes del Zar Putin. Otra es considerar a Rusia una gran potencia mundial en lo económico (su PIB es equiparable al de Italia) o en lo estrictamente social (su población sigue sin avanzar en grandes proyectos sociales). La bipolaridad política que existía en los años de la Guerra Fría entre Rusia y los EEUU hoy es inexistente. La gran potencia emergente de los últimos años es China y de ella depende el futuro, en buena parte, de esto que hoy llamamos Aldea Global. Para muchos analistas es una incógnita si China mostrará su apoyo al lunático de Putin en su invasión a Ucrania. Las fuerzas democráticas occidentales deben actuar de manera firme y coordinada para frenar las ínfulas expansionistas de este populista sin alma y sin escrúpulos. En otras ocasiones históricas la pusilanimidad (mirar para otro lado) de algunos países democráticos tuvieron un coste de millones de vidas humanas. ¿Habremos aprendido algo de cuanto la Historia nos enseña? La respuesta la tendremos en los próximos días.



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