En estos pasados días navideños, donde la Felicidad está presente fundamentalmente en las formas, nos damos cuenta de que no todo es cuestión de buena intenciones. Alterando el orden de los factores alteramos el producto. Desear Felicidad y a ser posible propiciarla es una de la metas más nobles a la que podemos aspirar los humanos. Los cristianos se muestran felices por el Nacimiento del Mesías que a la postre será el comienzo de todo aquello en lo que creen. La Historia interminable. Los no creyentes se muestran felices acorde con un clima de impostada bondad donde se cumple el axioma de “una vez al año ser buenos y felices no hace daño”. Es legítimo que cada uno afronte la Navidad acorde con su manera de pensar y sentir. Estos días se hace insoportable la “brasa” de aquellos que te explican de manera extensa y pormenorizada los motivos de su desafección navideña. Las personas estamos inmersas en un cúmulo de circunstancias personales y estas siempre van a determinar nuestra manera de afrontar determinadas efemérides. Por muy feriante que se sea si has pasado en los meses previos a la Feria por un trance doloroso es lógico y humano que no tengas “ganas de farolillos”. En los pasados días navideños me encontré en mis paseos matinales con un amigo del alma. Compartí con él mi infancia y juventud y en la actualidad compartimos achaques y recuerdos. Nos abrazamos y le deseo muchas felicidades. Después de felicitarlo le pregunto cómo le va (ahí se demostró que el orden de las factores es muy importante). Me dice que hace muy pocos días le detectaron un cáncer de colon. Con el añadido de que su hijo estaba en la UCI de la Clínica Santa Isabel con un cáncer de recto. A esta persona, tan solo unos minutos antes, la había felicitado efusivamente. Utilicé la felicitación de manual antes de utilizar la lógica del razonamiento. Primero preguntar cómo está y si todo va bien al despedirte le deseas felices fiestas. Una vez al año cubrir la soledad de las personas que viven solas no deja de ser un ejercicio de fariseísmo programado. Que ningún niño se quede sin juguetes es loable y legitimo pero tampoco estaría de más procurar que el resto del año tengan cubiertas sus necesidades más elementales. Si hiciéramos extensible a todo el año el “espíritu navideño” mucho mejor nos iría a todos. La Navidad ha generado a nivel cultural y artístico unas obras absolutamente majestuosas y tan solo por eso habría que rendirle pleitesía. Para los que de verdad profesan el cristianismo son días de reflexión interior y de gozos compartidos. Nace el Mesías y todo cobra sentido y se vértebra en torno a la Esperanza. Se hace más que evidente el noble deseo de procurar estar en paz con Dios y los humanos. El orden de las factores (sentimentales) procurando que no lo altere el producto (consumo). Vivir y a ser posible atrapando los momentos de felicidad. El orden de los factores desordenando nuestras vidas.
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