martes, 9 de mayo de 2023

Plaza del Altozano


“Cuesta de la Costanilla
unos bajan pa Triana
y otros suben pa Sevilla”


Que la calle donde mora y atiende la Esperanza de Triana se llame Pureza no es fruto de la casualidad. El arrabal trianero es el epicentro de una Sevilla que siempre busca su verdad marinera en los hermosos ojos de una virgen morena. Allí, en Triana, están siempre latente los parámetros sentimentales de una Sevilla eterna e inmortal que se nutre de las emociones más profundas. Las mismas que se manifiestan en el compás del tiempo a golpes de la Soleá de los alfareros sustentada armoniosamente entre el barro y la fragua. Hace ya muchos años me dijo un ilustre sevillano que Sevilla se disfruta a través de la ensoñación y se padece a través de la realidad. En Triana siempre caminaron cogidas de la mano la Historia y la Leyenda. Tierra de mestizaje donde convivían armoniosamente payos y gitanos; toreros y limpiabotas y areneros con gente de rancios abolengos. Triana es a Sevilla lo que el olor a la rosa. Aroma, un puro aroma quintaesenciado que tiene al Guadalquivir como espejo y a la Capillita del Carmen como frontera con Sevilla. Aquí tomaron forma la sapiencia torera de Juan Belmonte y el majestuoso baile de Matilde Coral. Las sublimes formas cantaoras de Naranjito de Triana y la mágica sonanta de Rafael Riqueni. La infinita sabiduría de Ángel Vela y el fresco caudal de emociones sonoras que tiene como nombre el de Lole Montoya. Triana, donde la Primavera se hizo más verdad que en ninguna parte del mundo. Aquí el Cante se hizo letanía en las seguiriyas de los Caganchos y en los Tangos del Titi. Triana que siempre se abre paso por entre la senda de soles y lunas que llevan a Sevilla a través del rio Betis a los aledaños de Bajo de Guía. Triana que tiene un Cristo que prefiere ser eterno moribundo en el arrabal antes que Príncipe en el Cielo. Círculos concéntricos que nacen y mueren en la Plaza del Altozano. ¡De que buen talante se despertó Dios el día que le dio por crear Triana! Aquí los “días señalaitos” son un canto a la Epifanía de lo genuinamente popular. Hoy ya son muchos los trianeros que viven “exiliados” y, también, son muchos aquellos “nuevos trianeros” que posturean presumiendo de algo que nunca llegarán a entender. Ser trianero no consiste tan solo en residir y estar empadronado en Triana. Es mas bien una vocación existencial que posibilita que los trianeros nacen (nacemos) donde les da la gana. Sevilla y Triana; Triana y Sevilla como dos corazones que palpitan en la misma clave romántica y sentimental. La vida expresada en una taberna entre un buen cante, un vaso de mosto de Bollullos y un barbo en adobo. Triana….por siempre Triana.

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