jueves, 9 de noviembre de 2023

El rostro del horror




“El que mata o tortura sólo conoce una sombra en su victoria: no puede sentirse inocente. Necesita, pues, crear la culpabilidad en la víctima”  -Albert Camus-

Apocalypse Now (1979) se nos configura como una de las más grandes películas de toda la Historia del Cine. Fue dirigida por el gran Francis Ford Coppola y está basada en un relato de Josep Conrad escrito en 1899 (“El corazon de las tinieblas”). No sabría cuantificar cuantas veces habré visto esta película pero seguramente superará la treintena. Aquí se narra de manera pormenorizada la barbarie de la guerra -las guerras- en todas sus variantes políticas, sociales y psicológicas. El contexto se sitúa en la Guerra de Vietnam y nos demuestra como  las guerras tienen como valor supremo que el bando contrario acumule un número de muertos superior al propio. Gana quien más muertes le provoque al enemigo. Las guerras son inmorales por su propia naturaleza y buscar las “proporciones humanitarias” se nos antoja una cuestión hartamente complicada. Hablar de lo proporcional en las guerras es como cuando se decía en la violencia machista: “Me pegaba pero no siempre y además poquito”.  ¿Desde cuando una bomba o una salvaje paliza pueden ser proporcionales? Volviendo a la película de referencia la misma gira en torno a un coronel del ejercito de EE.UU. apellidado Kurtz (Marlon Brando). Un militar con una carrera intachable y condecorado en numerosas ocasiones. Verdugo y espectador de la permanente presencia de la barbarie. Atormentado por lo vivido y  bajo los efectos de los alucinógenos Kurtz decide romper sus vínculos con una estructura piramidal donde siempre mandan los políticos (aquellos que nunca están presentes en los campos de batalla). Kurtz decide instalarse en Camboya (país neutral) y establecer sus propias reglas de juego. Mantiene que puestos a elegir el prefiere diseñar su propia barbarie. Crea su propio ejercito y solo espera como única salida digna que lo manden asesinar sus antiguos jefes. El Sistema político no se puede permitir que nadie provoque la barbarie por su cuenta que para eso ya están ellos. Se ponen manos a la obra y encargan la eliminación del coronel disidente a un capitán de misiones especiales apellidado Willard (Martin Sheen). Otra victima más de la Guerra de Vietnam que, después de separarse de su esposa, se encuentra en un grave proceso de degradación moral y psicológica. Ya desde el principio la película discurre por los tenebrosos terrenos de la barbarie y sus secuelas. Una película que adquiere plena actualidad con las terribles imágenes que a diario nos llegan desde Ucrania o la Franja de Gaza. La barbarie televisada a diario en 3D para que comprobemos que nuestra sensibilidad y nuestro espíritu solidario se encuentra en horas muy bajas. Mientras comemos vemos como en los informativos sacan en directo a niños muertos de entre los escombros. Nosotros, narcotizados por la Sociedad de Consumo, comentamos que el gazpacho está algo fuerte de vinagre. Las guerras nunca son inocuas y siempre tienen culpables principales. Las victimas de todas las guerras suelen ser aquellos que nunca comprenden por que les caen las bombas encima. La Historia de la Humanidad es la historia de todas sus guerras. La barbarie y el horror como nuestros inseparables compañeros de viaje. El rostro de todas las guerras reflejado  de manera inmisericorde en los espejos del alma. El horror estampado en las miradas aterradas de los niños. La barbarie expresada en su forma más cruel y  descarnada. Los clarines de guerra que nunca han dejado de sonar.

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