La Primavera se asomó una mañana de finales de Marzo a la cornisa del Aljarafe y se dijo para sus adentros: con lo que barrunta el aire este año de aquí no me muevo. Sobre mi manto azulado se cierne una densa calima, un frio norteño y unas danas tormentosas que me pueden llevar por delante. Me quedaré al resguardo de las ventoleras dentro de las bodegas de Umbrete donde el mosto reposa su dulce letargo. Me perderé lo que más le da sentido a mi existencia que es la Semana Santa sevillana. Paciencia, que le vamos a hacer. Cuando el azahar desparramado por el suelo huele a lluvia cercana es mejor quedarse dentro del convento. El Invierno al darme el relevo ya me advirtió que tuviera cuidado. Las plegarias de los campesinos ante los campos mustios y secos habían conmovido al Dios de los cielos. Querían agua y agua tuvieron. Cuando Jesús expiró se unió la tierra con el cielo y la lluvia empapó la cara del Mesías para así poder lavar nuestros pecados. El fuego purifica desde la destrucción y el agua lo hace dando la vida. Fuego y agua como el Alfa y el Omega de la existencia humana. No, definitivamente este año en Semana Santa no voy a aparecer por la tierra de Belmonte, Velázquez y Cernuda. Aquí quién manda es el Jefe y ya me ha dicho que me reserve para años venideros. Ahora toca lo que toca y donde hay capitán no manda marinero. No podemos permitir que el agua que Lorca pedía llena de peces y barcos se quede almacenada aquí arriba. Comprendo perfectamente que un año entero sin poder ver a la Macarena cruzar el Arco; la Esperanza cruzando el Puente o el Gran Poder por…..cualquier sitio os va a resultar muy doloroso. Entiendo la frustración de los capiroteros que llevaban esperando todo un año para pisar vestidos de nazarenos las calle de la Ciudad. Tampoco es plan de echarle siempre las culpas al Cachorro que, por cierto, el del San Lorenzo de Almagro se lo va a llevar a Roma para que procesione por sus calles. Siempre, eso sí, en un camino de ida y vuelta que Triana sin Él ya no sería lo mismo. Mi ciclo estacional no tendría sentido sin la luz de Sevilla y reconozco que los tonos grises no van con mi personalidad. Os pido que no desesperéis que todavía puedo daros algunas raciones de buen tiempo bajo el manto de los farolillos. Incluso puede que le diga a mi primo el Verano que me ayude con esa tarea. Sed paciente que en esta tierra lo bueno siempre está por llegar. Otra cosa es que termine llegando. Aquí sois gente de vísperas y de preámbulos. Aliviaos de la nostalgia escuchando los sones de Vivaldi y las sevillana de Sal Marina. Prometo solemnemente que el año que viene no faltaré a nuestra cita anual. Entraré como siempre hice de manera sigilosa empujando suavemente al Invierno que se retira taciturno y pensativo. Lo notaréis en vuestros cuerpos y, fundamentalmente, en vuestras almas sevillanas. Perdón por haberos fallado este año pero quién nos confecciona el organigrama meteorológico así lo dispuso. Ya veréis como al final las pájaros cantan y las nubes se levantan. Como siempre nos veremos allí donde el Arte y la Fe se unen cada año. Dicen que mi presencia la sangre altera y puede que hasta tengan razón. Quien dijo Primavera dijo Sevilla.
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