El pasado viernes día 3 de Mayo se nos presentó como un día aciago para la Fiesta Taurina. El Ministro de Cultura (de cuyo nombre no quiero acordarme) decidió por su cuenta y riesgo que se eliminaba el Premio Nacional de Tauromaquia. Lo importante no era la cuantía económica de este Premio (30.000 euros) sino la intención de poder apartarlo drásticamente del Mundo de la Cultura. El argumento, tan repetido como cansino, era que esto (los Toros) más que Cultura entraba dentro del maltrato animal. Cuanto de Arte y Cultura pueda tener (tiene) el Mundo de los Toros (aparte de su fuerte impacto económico) no es algo que ni siquiera se esté dispuesto a debatir. Picasso, Goya, Lorca, Alberti, José Bergamín, Manolo Sanlúcar o Joaquín Sabina, entre otros muchos, le dieron a esta Fiesta una patina de eterno valor artístico y cultural. Evidentemente nada que objetar a que existan personas que solo vean la crudeza de los Toros (la sangre) y que esta sola visión les resulte poco o nada edificante. Están en su pleno derecho de pensar así. Esto nos llevaría a crear una sociedad vegetariana y donde todos los animales que terminan en nuestros platos se mueran de viejos. Heredé de mi padre sus dos grandes aficiones que eran los Toros y el Flamenco. Creo que moriré con las botas puestas. Ya soy muy viejo para cambiar. Aunque no sin cierta tristeza asumo que el futuro de la Fiesta se nos presenta bastante incierto. Es conveniente no engañarse: el enemigo no esta fuera, lo tenemos dentro. Los Toros tienen su principal basamento sentimental en el Rito y este siempre se lo daba el pueblo. ¿De verdad alguien se cree ya que pueblo y toros caminan de la mano? El Rito terminó de evaporarse definitivamente el día que el Depositario contemporáneo de las esencias toreras se sentó en la primera fila de un mitin de la extrema derecha (si hubiera sido de extrema izquierda mi opinión sería la misma). Esto les proporcionó una valiosa “munición” a los antitaurinos y ya resultaba complicado desligar la Fiesta con la Derecha mas reaccionaria. Conozco de primera mano que entre los viejos socialistas existen buenos aficionados taurinos. La Fiesta nunca fue de izquierdas ni de derechas pero la miopía de algunos y los intereses partidistas de otros la han puesto (nunca mejor dicho) a los pies de los caballos. Ahora les toca lamerse las heridas y repetir hasta lo saciedad que la Fiesta de los Toros es apolítica. ¡A buenas horas mangas verdes! Es dificil, muy difícil, interpretar la Historia de la Ciudad de Sevilla sin que aparezca la magia de lo taurino. Corren malos tiempos para la lírica….de los Toros. No es solo una cuestión de respeto y entendimiento entre personas, es simple y llanamente una cuestión de saber exponer sensibilidades. Los Toros de Lidia sin la Lidia dejarían de existir. Esto conllevaría a la eliminación de las dehesas (ecología campestre en estado puro) y a la eliminación de muchos puestos de trabajo. El Arte y la Cultura en clave andaluza y española serían menos Arte y menos Cultura. Aunque no seamos ingenuos: aquí de lo que se trata es de cercenar las verdaderas raíces españolas. Estoy seguro de que se resistirán a esta debacle de manera numantina Sevilla, Zaragoza, Madrid y su principal fortín: los Sanfermines de Pamplona. Suenan los clarines en la tarde abrileña cuando ya el anochecer se otea por el horizonte. Nuestros nietos sabrán de los Toros por la IA (Inteligencia Artificial). Cosas veredes amigo Sancho (una frase del Quijote que no aparece en el Quijote). Bendito y complejo país el nuestro. Los gurús de la libertad de expresión terminan coartando la de los demás.
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