jueves, 12 de septiembre de 2024

Sinatra reprise





Nadie ha pintado como Edward Hopper la soledad y la melancolía urbana.  Un canto a la vida que se ha quedado pendiente de vivir.  La nostalgia envuelta en sabanas de seda y con aromas de cigarrillos interminables.  Imaginemos una fría tarde otoñal de domingo en una ciudad de cualquier parte del mundo.  Es esa hora en que la tarde  se  empieza a morir en brazos de la noche que resucita.  La oscuridad  queda disfrazada entre las luces de neón.  En un bar su único cliente apura de manera parsimoniosa un último trago de whisky.  Sabe que al salir le espera la soledad de las almas solitarias. Ya hace tiempo que las prisas lo abandonaron para siempre.  Nadie le espera y él ya tampoco espera a nadie.  El camarero, tras la barra, seca lentamente con un paño dos o tres vasos recién fregados. Tampoco tiene prisas en cerrar pues ya sabe que el tren de su vida tiene boleto de ida y vuelta.  El cliente se levanta con parsimonia e introduce una moneda en el giradiscos.  Suena  “The Last Dance”  (El ultimo baile) de Frank Sinatra y ya todo empieza a cobrar sentido.  Ese es Sinatra: el cantor de la melancolía de los caídos en la batalla del amor.  A no poca gente de mi generación les ha costado descubrir al gran Sinatra por  entre los laberintos dogmáticos de nuestra juventud.  Se nos decía que había que descartar entre nuestras preferencias  al “cantante de los ojos azules” por ser “amigo de la Mafia”.  Un reduccionismo estúpido y sectario que se encuadraba en el pack del “buen progresista”.  Afortunadamente la madurez que dan los años pone a cada cosa en su sitio.  Hoy ya somos muchos los que hemos incorporado a Sinatra a nuestra cultura musical cotidiana.  Cuando canta Sinatra sabemos que estamos ante la mejor banda sonora de la pertinaz melancolía de los seres humanos.  Nadie cantará como Sinatra ni nadie podrá cantar nunca lo que canta Sinatra.  Los extraños en la noche saben que al final se trata de vivir cada uno a su manera.  Suena la voz de Frank Sinatra en las noches eternas de claros de luna y de romances soñados. Suena en las mañanas alegres y, sobre todo, en los atardeceres abiertos hacia la noche.  Retumba como un eco lejano en los cajones de las mesillas de noches donde se guardan los amortizados  anillos de bodas.  Con una melancolía que no reconoce más frontera que la establecida entre el gozo y la pena.  Suenan las canciones del alma.  Sinatra reprise. 


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