lunes, 28 de abril de 2025

El hombre del traje azul


El pasado sábado RTVE retransmitió el funeral del Papa Francisco en la eterna Roma. Lo hizo de manera ininterrumpida desde las nueve de la mañana hasta las quince horas. Seis horas de un relato televisivo que se pretendía luctuoso y de homenaje al finado y que, a la postre, ofreció un número indeterminado de lecturas algunas ajenas al significado del evento. Allí estaban algunos de los dirigentes que le mostraron en vida al Papa Francisco un indisimulado odio frentista contra sus opiniones sociales y políticas. Los veíamos sentados serios y compungidos mostrando sus lágrimas de cocodrilo que seguro propiciarían que hasta el mismo San Pedro se revolviera en su tumba. Allí estaban el Alfa y el Omega del tratamiento de la infame e injusta pobreza. El Papa Francisco que siempre se acercó a los pobres y en la otra orilla los mercaderes que con su insaciable sed de rapiña los alejaban de una vida digna. Todo se refleja socialmente aumentando la sideral distancia entre riqueza y pobreza. La fórmula infame de una ecuación aritmética de corte ultra-liberal donde la pobreza para algunos es una infamia mientras que para otros es tan solo un daño colateral de la riqueza. El foco y centro de las miradas de las cámaras de la televisión siempre estaban puestas sobre la “egregia” figura de Donald Trump. Un personaje ridículo y pretencioso que maneja el mundo a su antojo. El único Dios de su propia Religión que no es otra que la del Santo Dinero. Han convertido la Aldea Global en un poblado del Oeste donde quien manda es el Sheriff que a su vez también es el dueño de las vidas y haciendas de sus habitantes. Quien tiene el poder absoluto no tiene que obedecer ninguna orden o consigna aunque estas dimanen del necesario protocolo vaticanista. Se siente completamente ajeno a la indumentaria que manda la normativa para hombres y mujeres en el funeral de un Papa. Eso será para los demás pero no es aplicable para quien tiene las llaves del armero y de las despensas. Allí estaba nuestro hombre con un traje azul y una corbata poco o nada acorde con los funerales de un Papa. Eso para él carecía de importancia pues estaba claro que la uniformidad de los protocolos son solo para los demás. Al menos tuvo tiempo de desarrollar alguna gestión diplomática y mandar a Zelenski castigado al rincón de pensar. Le está ofreciendo una paz permanente para la Guerra de Ucrania donde el invasor se quedará con los pueblos ucranianos conquistados a sangre y a fuego. Vivimos tiempos de soberbia y vanidad donde por la parte alta de la clasificación las afinidades se producen por intereses más que por ideologías. Donald Trump y Vladimir Putin son miembros de la misma secta (la de los negocios y los beneficios resultantes). Aquí Zelenski tiene poco o nada que hacer. O acepta lo que le pongan encima de la mesa o su país seguirá sufriendo las demoledoras secuelas de las bombas. Quién puede ponerse un traje azul en el entierro de un Papa nos está dejando claro quien manda en el mundo. Aquellos que se atrevan a llevarle la contraria ya saben que le amargaran su existencia a golpe de aranceles. El hombre del traje azul planeando sobre nuestras vidas. Todo, eso sí, en riguroso directo.

jueves, 24 de abril de 2025

Cuando el Tiempo sustituye al Tiempo



Nunca me he considerado un experto en temas semanasanteros y, afortunadamente, para estos menesteres siempre puedo contar con un gran conocedor de esta hermosa efemérides de soles, nubes y  lunas como es el impagable Salva Gavira.  Sabe lo que dice y dice lo que sabe y en estos tiempos tan volátiles esto no resulta una cuestión baladí.  Veo, eso si, algunos elementos exponenciales que le van quitando poco a poco a nuestra Semana Santa  la levadura de lo profundo y sentimental para convertirla en una Feria de Vanidades.  Esta es una Fiesta a la que no debemos ni podemos acomplejarnos por llamarla de esta manera: Fiesta.  Celebramos la Pasión y Muerte del Mesías y los que profesamos la Fe cristiana nos unimos gozosos para celebrar su Resurrección.  Si prescindimos de estos tres elementos (Pasión, Muerte y Resurrección)  la Semana Santa será cualquier cosa menos un supremo ejercicio de Cristianismo.  Aquí participan de manera muy activa y presente miles de personas de toda clase y condición y siempre se ha dicho que el resultado más positivo de la masa son los calentitos.  Se observan tendencias mal llamadas novedosas que discurren por los difusos caminos de lo insustancial.  Posiblemente esta pasada Semana Santa me haya  resultado personalmente como una de las menos productivas (por falta de presencia física) en toda mi existencia sevillana.  Primero una afección estomacal me tuvo agarrado al sofá los primeros días de la Semana.  Luego el Tiempo (meteorológico) nos sustrajo del verdadero Tiempo que debíamos de celebrar:  el del encuentro de la Ciudad con su Historia sentimental.  Todo el santo día hablando de posibles chubascos; precipitaciones; hora de las mismas  y cielos tormentosos.  La Candelaria no pudo salir y, en un asumido y defendible ejercicio de personalismo,  cuando esto ocurre para mí la Semana Santa me resulta incompleta.  Además con el triste añadido de no poder ver pasar a La Macarena por la calle Parras  (siempre en la memoria los balcones del numero 35 del inolvidable Antonio Centeno).   Si algo tenemos meridianamente claro en esta Ciudad es que históricamente la lluvia y la Semana Santa en muchas ocasiones siempre caminaron cogidas de la mano.  La primera vez que salí de nazareno en La Candelaria tenia nueve años y no pude salir…. ¡por la lluvia¡    Vamos cumpliendo años a la par que también cumplimos Semanas Santas en nuestro currículo sentimental.  Cuando decimos que el año que viene Dios dirá es mucho decir pues ya cada día  se va  estrechando más el margen de tu existencia.  El Club de las Últimas Veces te va exigiendo su cuota en el día a día y estar al corriente con los recibos se nos convierte en una cuestión fundamental.  Pasa la vida, pasamos nosotros pero, afortunadamente, nuestra Semana Santa nunca pasa del todo. Ella se queda marcando a golpe de tambor y soniquete de corneta los  eternos tiempos inmemoriales de la Ciudad.  Nuestra Semana Santa siempre fue un claro reflejo de las distintas épocas que le tocó vivir.  La sociedad actual, con una clara tendencia hacia la banalidad, no le podía resultar indiferente.  La llamada “Cultura de la bulla” ya hace tiempo que saltó por los aires hecha pedazos.  Asistimos a una creciente masificación desnortada y sin rumbo.  Lo estentóreo y superficial le gana claramente  la batalla a lo verdaderamente profundo y sentimental.  Por la catedralicia Puerta de San Miguel  entran las cofradías para que se obre el milagro de que por la Puerta de Palos salgan las hermandades.  Puertas que se abren y cierran para que salga y entre la vida.

martes, 22 de abril de 2025

Entre la Muerte y la Resurrección


Hace un par de días la Cristiandad celebro el Domingo de Resurrección. La Pascua que da pleno sentido a esta Fe que, con sus luces y sombras, ya se ha configurado en el tiempo con más de dos mil años de existencia. Ese día un Papa argentino bendijo desde la Plaza de San Pedro a más de 50.000 fieles (Urbi et Orbi). El Sumo Pontífice antes de morir le dio tiempo a hacer dos cosas: recibir en una audiencia de unos siete minutos a J.D. Vance (mano derecha de Trump) y poder leerle la cartilla. Luego se fue a bendecir al Mundo de la Cristiandad representado por los numerosos fieles que llenaban la Plaza de San Pedro. Estos dos hechos son un firme y fiel reflejo de sus 12 años de pontificado: duro con las sangrantes espinas y bondadoso con las frágiles rosas. El pasado 24 de Marzo le dedicamos un Toma de Horas al Papa Francisco (“El argentino que conquistó el mundo desde Roma”) pues su estado físico nos hacia presagiar un fatal desenlace. Aguantó casi un mes más y luchaba por seguir impartiendo lecciones de bondad y solidaridad en el Reino de los Vivos. A pesar de que desde la oficialidad vaticana nos decían que el Santo Padre estaba experimentando una lenta pero progresiva mejoría las imágenes nos decían todo lo contrario. A través de la televisión veíamos a una persona mayor con nula movilidad, arrastrando serias dificultades para respirar y con tan solo un hilo de voz que salía de su maltrecho cuerpo. Parece ser que todavía no tocaba que se muriera el Papa obviando que por encima de todo era un ser humano preso en la celda de los años y las enfermedades. Ahora, sin más demora, se pondrán en marcha los mecanismos vaticanos para nombrar a un nuevo Papa. A Papa muerto Papa puesto y a seguir caminando por los caminos de Dios. Recordar con agradecimiento y cariño al Papa Francisco es algo más que un ejercicio de Fe: es un acto de Justicia hacia su persona y que termina por redimirnos ante nosotros mismos. Era argentino, era de Buenos Aires y llegó a ser un ciudadano del mundo. Oriundo de un planeta urbano y sentimental que más que la Ciudad de la Cultura es, en si misma, la propia Cultura hecha Ciudad. El Papa Francisco vivió su vida diluida entre la de los más desfavorecidos. ¿Errores? Desconfiad de aquellos que dicen no cometerlos. Morirse en tiempos de Pascua de Resurrección siempre será una muerte con posible boleto de ida y vuelta. Se van los hombres pero sus obras permanecen. No supimos percatarnos que El Cachorro ya estaba por Roma.

lunes, 14 de abril de 2025

Mario Vargas Llosa


En la amanecida de este Lunes Santo de resaca de Domingo de Ramos entre la dicha compartida del gozo y la incertidumbre de las nubes, nos llega la triste noticia del fallecimiento de Mario Vargas Llosa. Un genio, un auténtico genio, de la Literatura (castellana y universal). Un peruano universal que a través de su talento elevó el Arte de escribir a sus cotas más supremas. Novelas inmortales que como: “La guerra del fin del mundo”; “Conversación en la catedral” ; “La Ciudad y los perros”; “Pantaleón y las visitadoras” o “La Fiesta del Chivo” elevaron a las Letras Castellanas a su cima más deslumbrante. Mario Vargas Llosa ha fallecido con 89 años de edad y nos deja un legado literario y existencial de una enorme trascendencia. Premio Nobel de Literatura en 2010 su vida fue una vida de novela. Sus polémicas fueron las polémicas de una Sociedad donde todo se alinea en posicionamientos ideológicos donde el discrepar se suele pagar bastante caro. Vivimos tiempos de adoctrinamiento permanente donde el libre pensador ni está ni se le espera. La uniformidad como plan de trabajo y la uniformidad como meta. Mario Vargas Llosa fue un Genio de la Literatura y un hombre de su tiempo donde nada de lo humano y lo divino le resultó ajeno. Se nos va después de dejarnos un legado literario de una magnitud que solo el paso el tiempo nos dará su justa medida. Descanse en la paz de los elegidos para la Gloria en la Tierra. Vaya usted con Dios Maestro.

martes, 8 de abril de 2025

La luna abrileña



Volver de nuevo a llenar con lagrimas de cera las tinajas del tiempo eterno sin horas ni minutos. Entrar una vez más en el “Jardín antiguo” de Luis Cernuda para vivir con la poesía el sueño de un dios sin tiempo. Buscar los primeros amoríos juveniles con el roce de unos dedos o el encuentro en el aire de una mirada furtiva. Hallar entre tu tribu la belleza de lo intemporal y el necesario calor de lo corporativo. Adentrarse por la Ciudad entre las costuras de su belleza más extrema. Comprobar que es cierto que por estos lares la vida son siete días. Ver de nuevo la Ciudad con los ojos del alma a través de un antifaz que oculta nuestra identidad humana bajo las estrellas de la noche. Sentir un escalofrío por la espalda cuando otro año más tomas la calle con el hábito que un día te despedirá de los mortales. Derramar una lágrima furtiva cuando en la noche un dardo saetero te atraviese el alma. Recuperar a tus ancestros en un redoble de tambor o en la firme levantá de un paso de palio. Vivir la consigna callejera de un capataz que nos recuerda que las prisas (no corré) nunca fueron buenas compañeras de viaje. Estrenarte a ti mismo en el Domingo de todos los domingos. Saber gestionar la nostalgia con el bálsamo de los felices momentos vividos. Buscar al Hijo de Dios por entre el entramado urbano y sentimental de la Ciudad. Entender sin cortapisas y de manera fehaciente el que a esta Tierra siempre se le llamase Mariana. Tocar el borde superior de tu cirio encendido para moldear (en hermosa clave “pascualina”) a los nazarenos sevillanos por los caminos de Dios. Sentir, ver, oler, palpar y soñar con la Gloria sevillana dentro de un círculo mágico que se manifiesta en su continua rotación existencial. La bella luna abrileña iluminando nuestras vidas que, al final, siempre son los ríos que van a dar a la mar. Arriba el telón del Teatro de los sueños más hermosos que conocieron los siglos.

jueves, 3 de abril de 2025

Pasión o la templanza ante la inminente tragedia



Mi relación con el Señor de Pasión abarca ya la friolera cifra de setenta años. Era un niño de no más de doce años de edad cuando descubrí por primera vez su portentosa figura. Mi tía-abuela Concepción Fernández del Toro, la Maestra bordadora sevillana, tenia instalado su taller en los aledaños de la Capilla del Cristo del Amor. Dada mis innegables habilidades para los mandados, iba con frecuencia de niño a la Iglesia del Salvador para llevarle y traerle encargos. Allí, antes de marcharme de vuelta, me gustaba pasarme por la Capilla de Pasión y sentarme un rato para verlo de cerca.
Luego el tiempo me fue alejando o acercando de Pasión según las circunstancias de las distintas etapas de mi existencia. Eso sí, nunca dejé de ir a verlo pues entendía que aquellas visitas siempre me suponían un bálsamo donde se mezclaban la templanza y la fortaleza. Este Nazareno, obra cumbre de Juan Martínez Montañés, se nos aparece nimbado con una aureola de pura sevillanía. Pasión apasiona desde la reflexión ante la inminencia de la muerte. Quienes solo sean capaces de ver a Pasión con los ojos del cuerpo siempre verán una portentosa maravilla de la imaginería. Lo que nunca podrán apreciar es su verdadera dimensión. Son los ojos del alma quienes de verdad nos descubren el verdadero sentido de la imagen de Pasión. Algunos han querido ver en su rostro un halo de conformidad y mansedumbre. Nada más lejos de la realidad que proyecta sobre nosotros la figura de Pasión. Es el hallazgo certero e inminente de un camino que lo llevará inevitablemente hasta la muerte más tremenda y cruel. Su figura es tan real y humana que hasta el mismísimo Martínez Montañés dudaba que aquella obra hubiera salido de su gubia. Es el fiel reflejo de una Sevilla profunda y espiritual que limpia de espinas las rosas para que los niños no se puedan cortar al tocarlas. Ver a Pasión en la calle es un firme reencuentro con la verdad de una Ciudad que fue diseñada por el Sumo Hacedor para la templanza (lo que hemos hecho con Ella ya es otra cuestión). Un supremo ejercicio de introspección espiritual donde la vida (la claridad) libra su particular batalla contra la muerte (la oscuridad). Cuando, el Jueves Santo por la tarde, el Señor de Pasión baja la rampa del Salvador la noche ya sabe a quien tiene que rendirle pleitesía. Ver a Pasión en su lento pero seguro deambular por las calles de la Ciudad es un canto a la excelencia más profunda y verdadera. Avanza en su majestuoso paso de plata por la calle Francos de vuelta a su casa. Viene cansado y buscando atracar de nuevo en el puerto de su Capilla. Vuelve (Pasión siempre vuelve) y nosotros hacemos relevos generacionales para que nunca camine solo.
La música de Bach siempre le sentó como un guante y el goteo de cera de sus nazarenos de ruan marcan el tintineo de las campanillas de la Sevilla oculta y profunda de los Conventos. Lleva en sus pies la esencia del caminar verdadero por los eternos caminos del Dios Padre. A Pasión más que rezarle hay que mirarlo a la cara. Es la oración desnuda y profunda carente de artificios con los ojos vidriosos rendidos ante su divino rostro. La templanza y la serenidad ante la inminente tragedia. Dios hecho Hombre para que pueda beber en la Fuente amarga de la existencia humana. Pasión de Cristo confórtanos.

martes, 1 de abril de 2025

Fulgores del Martes Santo



Dentro de muy pocos días será ya 15 de Abril. Otro Martes Santo más que sumar a la cuenta de los años vividos y las emociones consumidas. Día donde la menor de mis hijas cumplirá 42 años de edad. Cuando ya se tienen hijas cuarentonas y nietos en fase preadolescente significa que formas parte del grupo de los octogenarios. Ya tienes fecha de caducidad como los yogures. Siempre supe encuadrar los años vividos dentro de los parámetros que me marcaban los Martes Santo. La Semana Santa sevillana tiene cientos de lecturas sentimentales y cada cual ajusta las suyas a sus circunstancias personales. Cuando la Judería sevillana ha sido tu cuna y donde transcurrieron tu infancia y tu juventud ya sabes, con el paso de los años, que el azul-celeste de la Candelaria siempre te acompañará por este valle (el del Guadalquivir) de risas y lágrimas. Este entramado urbano que se mueve a caballo entre la Puerta de la Carne y la Alfalfa se gestó entre casas señoriales y corrales de vecinos. El reluciente mármol de los zaguanes de las casas aristocráticas como contraste social con la dura piedra de los poyetes de los pilones. Tiempos muy difíciles aquellos donde en no pocas ocasiones la subsistencia y la supervivencia iban cogidas de la mano. Siempre con la Reina de la Judería velando para que nuestras vidas no se nos fueran por el desagüe de la incertidumbre. Lo que resulta verdaderamente importante de un árbol no son sus floridas ramas (lo que lo viste) sino la fortaleza de sus raíces (lo que lo mantiene firme). Allí, por San Nicolás, teníamos (todavía sin saberlo) unas fuertes y eternas raíces sentimentales configuradas por el Señor de la Salud y la Virgen de la Candelaria. No nos hacia falta leer los Evangelios ni asistir a misa de doce para saber que con ellos siempre estarían nuestras almas en buenas manos. A la postre somos un clavel que se cae del paso del Señor a su paso por la calle Candilejo. El profundo suspiro de una adolescente cuando pasa la Candelaria por la Plaza de la Contratación. La lágrima furtiva de una anciana en un ventanuco del Callejón de Dos Hermanas. El aroma carpantiano de las pavías de bacalao cuando la Cruz de Guía avanza por el final de los Jardines de Murillo. El olor a lápices nuevos y gomas de borrar del Protectorado de la Infancia en Santa María la Blanca. En estos tiempos tan difíciles de gestionar, donde manda la incertidumbre y el desosiego, es cuando más debemos buscarnos en el espejo de nuestras raíces. Saber distinguir lo vacuo de lo que resulta verdaderamente trascendental. Somos lo que fuimos y nunca lo que llegaremos a ser. El triunfo de lo concreto sobre lo inconcreto. De donde venimos y hacia donde vamos. Configuramos una bolsa de alpiste dominguero en la Alfalfa. Un papelón de calentitos de Cabeza del Rey Don Pedro. Unas sandalias, con el empeine del pie marcado por las huellas del sol, compradas en el Sanatorio de la Goma. Una maquina de coser empeñada en el Monte de Piedad. Un cuadro de Carmen Laffón expuesto de madrugada en las paredes de la calle Vírgenes. La eterna imagen de Manolo Luque sentado de manera permanente junto al Paso de La Candelaria expuesto en la Catedral Hispalense. Los fulgores, los eternos fulgores, del Martes Santo que se eternizan con el permanente relevo entre padres, hijos, abuelos y nietos. Ayer terminó para siempre el 31 de Marzo del Año del Señor de 2025. Ayer, precisamente ayer, ya estaba expuesta la Candelaria en su Paso de Palio. Decíamos ayer……..