Pilar González es la candidata a las elecciones municipales sevillanas por el Partido Andalucista (PA). Sinceramente me conmueve la titánica lucha que esta mujer está llevando a cabo para tener voz y voto en la bancada municipal. No la conozco personalmente y mis únicas referencias son a través de terceras personas, y por las poquísimas entrevistas que le conceden los medios informativos. Es una especie de Robinson (¿o hay que decir Robinsona?) Crusoe enfundada en la bandera blanca y verde y, caminando en solitario por el desierto almeriense. No tiene ni agua para su larga travesía política. Su Partido, el PA, se hizo solo el harakiri político y social, quedando arrumbado –me temo que a perpetuidad- en el baúl de lo sueños malogrados. Defendían un nacionalismo específicamente andaluz aquí donde precisamente toma cuerpo y forma la quintaesencia de lo secularmente español. Después, las tremebundas luchas internas y su afán de participar –aunque fuera con un trozo pequeño- de la tarta del Poder hicieron el resto. Tiene muy buena planta de político (¿o debo escribir política?) esta mujer con un más que interesante discurso, y una valentía que a mí personalmente me llena de ternura. Esta sola, sin Partido y sin cobertura mediática que posibilite que la conozcan los sevillanos/as. Creo rotundamente que personas con esta fuerza moral y política serían imprescindibles en este pesebre en que han convertido algunos la Casa Grande. Personas como ella representan para mí la única posibilidad de pintar mi voto en blanco con los ninguneados colores de Andalucía. Sinceramente uno ya no sabe que hacer en este maleado y perverso mundillo de la política española, andaluza y sevillana. ¿Tengo garantías de que caso de salir elegida no le “preste” su escaño a algún Partido que lo necesite? Posiblemente tener cargos electos en el Ayuntamiento de la Ciudad a políticos como Zoido, Espadas o Pilar sean el mejor antídoto para que los aires de los sectarios se vayan por las ventanas abiertas. Esta Ciudad no tiene de Cuba más que una Plaza que esta cruzando uno de los puentes del Guadalquivir. Sevilla necesita por la vía de urgencia cordura, rigor, honradez y transparencia en la gestión de los fondos de la gente. No están adelantando por la izquierda y por la derecha ciudades que en teoría están diseñadas para vernos continuamente la matricula. Afortunadamente estos años de pesadilla municipal ya tienen muy próxima su fecha de caducidad. Pilar González debería ocupar un sitio donde hoy se sientas tantos impresentables. Que cada uno actúe en consecuencia y de acuerdo con sus sentires y cabreos. Ya somos mayorcitos y, se supone, que con experiencia democrática. Pilar González está cantándole a Sevilla una copla que suena a verdad y a cariño. Ella le ha puesto soniquete y, otra Pilar (la hija de Salvador el autor teatral del Cerro) le ha puesto la poesía. Escucharla completa es lo menos que podemos hacer por ellas y, por extensión, por nosotros. Luego, si nos resulta atractiva la letra y la música no estaría de más que al menos nos haga reflexionar. Pilar, la abnegada y dulce Pilar, es un remedo abrileño de La Soledad de San Lorenzo: Sola, sin contexto inicial de primavera y sin un palio que le reserve al menos de la lluvia. Suerte Pilar y que Dios reparta suerte. Te prometo que al menos me lo pensaré. Entre estas dos Pilares está la remota posibilidad de levantar el pilar del andalucismo sevillano.
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