viernes, 13 de enero de 2012

Por su impunidad los conoceréis



Son las 17 horas de un viernes 13 de Enero del 2012. Viernes y 13 para más señas. Hace unas horas que se ha conocido la “sentencia” para los imputados del asesinato (¿o se murió ella sola?) de Marta del Castillo y, sinceramente, la misma no me ha producido la menor de las sorpresas. Una vez más -¿y van?- lo justo y lo legal caminan por caminos diametralmente opuestos. Estuve esta mañana por la Colegial del Salvador viendo al Señor de la Pasión en el Altar Mayor dispuesto, ¡majestuosamente!, para su Novena. Le he pedido con toda la fe de la que soy capaz por la familia de esta pobre muchacha. ¡Cuánto dolor impunemente acumulado! Se nos dirá que todo se ha desarrollado dentro de la más estricta legalidad. Puede que sea cierto, pero nuestros cimientos de honrados padres y abuelos se tambalean ante tanta ignominia y perversión. Solo propongo un ejercicio de reflexión: donde dice Marta pongamos a nuestras Maria del Carmen; Lucía; Alicia; Verónica; Rosa; Sofía….y extrapolemos este inmenso dolor al epicentro de nuestros corazones. No nos engañemos: votando políticos no podemos resolver ninguno de nuestros problemas domésticos. Ni aquellos que conciernen a nuestra maltrecha economía y, mucho menos, tampoco los que nos introducen en el laberinto de la pena amarga. Cuando alguien dijo aquello de: “Todos somos Marta” literalmente lo clavó. Lo triste es que no todos somos jueces (ni tampoco banqueros). El abuelo de Marta (un Abuelo Coraje, sin entrecomillado y en mayúscula) sigue buscando con sus “colegas” los restos de su querida nieta. Ya no le queda en la vida nada más importante que hacer. Estamos como estamos y extrañarnos de lo que nos pasa es lanzar un brindis al sol. Acabo de ver una encuesta –sobre la sentencia- de urgencia realizada en la edición digital del “Diario de Sevilla” y los datos son demoledores: un 98 % la considera totalmente injusta; mientras que el 2% restante la considera justa. Existen días, y hoy es uno de ellos, que cuesta hasta trabajo respirar un aire tan fétido como el que nos rodea y asfixia. No pedimos que impere la “Ley de la selva”, pero tampoco que siempre se nos vayan “de rositas” las fieras más sanguinarias. Todo ha sido legal: vale. Todo dentro de la Legislación actual: conforme. Pero si ese es el calado y significado de nuestra “Justicia” actual, algo está fallando estrepitosamente en nuestra maltrecha y descolorida “Piel de Toro”. Mi más sincero apoyo, y el de mi familia y amigos, para esta familia que hoy han conocido en sus vidas el sabor amargo de la pena negra: la que resulta de la impotencia. Paciencia –si esto fuera posible- Antonio y Eva. Paciencia Abuelo Coraje. Paciencia a todos vosotros, huérfanos sin uno de noviembre donde depositar flores. La nuestra hace tiempo que la finiquitamos con un cartel que decía: “Cerrado por liquidación”.

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