viernes, 10 de febrero de 2012

Pienso; analizo y discrepo: luego existo.



“Ya he llegado a la conclusión de que generalmente uno piensa algo diferente a lo que debiera; dice algo diferente a lo que uno piensa; y los demás entienden algo diferente a lo que en realidad uno ha dicho” - Karel Capek -


Me parece absolutamente legítimo y natural que sobre una cuestión determinada existan diferentes puntos de vista. Incluso, entre personas que comparten muchas de sus afinidades ideológicas, sociales, corporativas o culturales. Discrepar es disentir en la afirmación, y es afirmarse a través de la negación sobre conceptos desarrollados por otro. Reconozco sin ambages que no me apetece a estas alturas de mi vida cansarme –y mucho menos cansar a los demás- participando en debates que muchas veces solo conducen al laberinto de lo insustancial (no por lo que digan los demás –que sería un ejercicio de petulancia por mi parte- sino por entender que entre todos hemos engendrado una Sociedad donde nadie escucha a nadie). Como es preceptivo tengo una ventana abierta a los “comentarios” en mi Blog. Se suele utilizar muy poco, y la mayoría de las veces por benevolentes amigos que, caso de mostrarse poco de acuerdo con lo expresado, reconducen los Toma de Horas hacia terrenos intelectuales de mayor calado. No suelo contestar ningún comentario por ya considerar mis respuestas irrelevantes y con pocos visos aclaratorios. Nadie piense –los que me conocen ni lo dudan- que en mi falta de respuestas hay algún atisbo de descortesía o de impostada petulancia. Con las infinitas posibilidades que ofrece Internet me han pasado cosas desde que funciona mi Blog verdaderamente sorprendentes. Recibir un e-mail de un antiguo compañero de “mili” del que hacia cuarenta años que no tenía noticias, para decirme que es asiduo lector de mi Blog. Pararme alguien en la calle, a quien no tenía el gusto de conocer, para comentarme alguna “Entrada” del Blog (en sentido positivo o negativo). Algunas cosas más que no desvelaré por un cierto sentido del pudor. De las ciento cincuenta personas que “entran” a diario creo que podría conocer personalmente a un par de docenas. El resto lo configura una incógnita por despejar y de muy difícil solución. Agradecerles, como no, a todos su deferencia por visitarnos regularmente. No nos mueve –a Salva Gavira y a un servidor- ningún afán de protagonismo, ni tampoco un disimulado canto a nuestra vanidad. Lo hacemos por un pertinaz y noble cariño hacia esta Ciudad que nos vio nacer, crecer y hacernos mayores, y que un día, esperemos que aún muy lejano, nos acogerá definitivamente bajo sus atardeceres primaverales y su manto de noches estrelladas. No quería “entregar la cuchara” sin llegar a conocer a mis nietos y poder dejar escrita una docena de cosas sobre la tierra que me vio nacer. También de manera colateral he terminado escribiendo en este Blog de Política; Toros, Flamenco; cuestiones “filosóficas”; Hermandades y, como no, de mi querido Betis (el río grande y el equipo de las trece barras). No busco la posteridad ni me interesa. Bastante tenemos con la dura supervivencia para encima buscar en vida la imposible inmortalidad. Solo hacerme eco de una Soleá de Triana que cantaba el recordado y añorado Luis Caballero:


Trianilla, Trianilla;
Yo pasé por Trianilla;
Las dos daban en Triana
Las dos daban en Sevilla.

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