La
Compañía
Coca-Cola no hace
anuncios publicitarios: realiza obras de artes audiovisuales de dos minutos de
duración. Una de las últimas dedicada a reivindicar los bares se nos muestra
realmente antológica. ¿Puede alguien imaginarse esta Ciudad sin sus tabernas y
bares? De niño recuerdo que había muchas tabernas y pocos bares. Ahora ocurre
lo contrario con una nueva modalidad contemporánea llamada Mesón. Mi padre
repartió su tiempo entre el trabajo y las tabernas (vivir hacinados en un cuarto
de un Corral de Vecinos ayudaba poco a la vida hogareña). La Taberna de Viña-Sol en la
calle Águilas y Casa Pedro (“La
Alegría de San Nicolás”) eran sus centros operativos. Las
mujeres de entonces no pasaban ni por las puertas de las tabernas y éramos los
niños los encargados de llevar y traer recados. Excepcionalmente te obsequiaban
con una “Pesicola” y, eso si, nos daban avellanas a discreción (con tanto fruto
seco no es de extrañar que a algunos nos quisieran contratar de extras para “El
Planeta de los Simios”). Por los bares y tabernas entran y salen la filosofía
popular, la sociología de cartucho de pescao frito, el Cante de nudillos en el
mostrador, el toreo de salón, el “furbo” verde o granate y la política de
arreglarlo todo para que no cambie nada. Había –y hay todavía- parroquianos de
pensión completa y otros que entraban y salían con rapidez después de pegarse
dos o tres “lingotazos”. Algo se muere
en el alma cuando una taberna se cierra. Cada barrio tenía al menos una taberna
que destacaba sobre las demás. Sevilla, afortunadamente, todavía conserva un
ramillete de buenas y antiguas tabernas donde nosotros mandamos sobre el tiempo
y no al revés. Van quedando pocas y su supervivencia siempre dependerá de que
las visitemos cuanto podamos. El lenguaje tabernero (no me gusta lo de
tabernario) en Sevilla es de una riqueza lingüística impresionante. Por
ejemplo: hay una reunión de nueve personas y una de ellas dice: “Curro, echa una copita”. El tabernero responderá
invariablemente: “¿Lo mismo? O cuando alguien mira el reloj y al darse cuenta
de la hora dice: “Ea, uno que se va”. Tengo anotadas no menos de cien
expresiones que solo se producen en bares y tabernas. Reconozco que los tiempos
están cambiando y con las “nuevas tecnologías” desaparecerá una manera de
relacionarnos muy sevillana. A pesar de las carencias de la época, estoy cada
día más convencido que mi padre fue más feliz en su madurez que hoy lo soy yo
en la mía. ¡Ojala mi nieto nos gane el tirón a los dos! Cada día tienes la
extraña sensación de que, lentamente, va desapareciendo un mundo intimo que era
tan tuyo como el aire que respirabas. Enhorabuena a la Coca-Cola por acordarse
y enaltecer a los bares en su genial anuncio. Reconozco que me dio el presente
“Toma de Horas” casi hecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario