“Cuando la barbarie triunfa no es
gracias
a la fuerza de los bárbaros sino
a la
capitulación de los civilizados”
- Antonio Muñoz Molina –
La paloma de Alberti se equivocó y terminó confundiendo el mar con el
cielo y tu falda con tu blusa. Se quedó dormida en la orilla y los buitres
aprovecharon para quitarle la ramita de olivo de la boca y el mensaje atado a
su pata. Terminó confundiendo el Norte con el Sur y el trigo con el agua. Miró
a las estrellas y creyó ver el rocío mañanero. Tuvo frió en agosto y calor en
enero. La confundieron entre todos o quizás se confundió ella sola. Nadie nunca
le dijo la verdad y, posiblemente, ella tampoco se preocupó de averiguarla. Hoy
le ponen artilugios eléctricos o punzantes en los monumentos para que no se
pose en ellos. Busca su alimento entre los desperdicios de los contenedores de
basura. Vive olvidada de los poetas y confundida entre las medias verdades y
las medias mentiras. Picasso la pintó como paradigma de la paz y Alberti
presagió poéticamente su grado de confusionismo actual. Se equivocó la paloma o
la equivocaron y al final terminamos todos equivocados. Somos zombis
desorientados hablando solos por las esquinas. Hoy gorda, sucia y sin mano infantil
que le proporcione comida por la
Plaza de América está completamente desorientada. Cuando los
bárbaros avanzaban imparables para robarnos vidas y haciendas terminamos
culpando a la paloma. El palomar está vacío y no dejamos de mirar al cielo para
verla llegar de nuevo. No vendrá en mucho tiempo pues está inmersa en la
confusión y la desidia. Nunca logramos entender que los verdaderos mensajes son
los que escribimos nosotros mismos. Se equivocó la paloma, se equivocaba….y
nosotros con ella también confundimos el mar con el cielo. La paloma de Rafael
y la golondrina de Gustavo Adolfo sobrevuelan una Ciudad que hace ya tiempo,
demasiado tiempo, renunció a volar.
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