El Viernes-13 cogió fama universal a raíz de una película del mismo
titulo dirigida en 2009 por Marcus Nispel. A partir de entonces se abrió la
veda para una avalancha de películas insustanciales asusta-adolescentes. La
sangre corría –y corre- a mares y los criminales más abyectos llenaban las
pantallas. Todo en Viernes-13 discurre en torno a las perversidades de un
asesino que responde al nombre de Jason Voorhees. Nada que ver con el genero
policiaco (fundamentalmente el llamado Cine Negro) que tanta gloria ha dado al
Cine y tampoco con los clásicos del terror encabezados por Mister Drácula. Esto
es otra cosa bien distinta. Lo que resulta evidente es que sigue teniendo un
extraordinario tirón entre el público más joven. Cada poco tiempo se estrenan
nuevas películas donde se trata de demostrar que todavía se puede apretar un
poco más la tuerca del miedo. Muertos que vuelven; otros que nunca terminan de
irse y psicópatas de la peor calaña posible. Nada que objetar a que cada cual se
entretenga con la fórmula que estime oportuna dentro de la gran oferta del
Séptimo Arte. Si acaso es preocupante el mimetismo que estas películas puedan
tener en la vida cotidiana. Lo que
resulta evidente es que en la actualidad la realidad supera con creces a la
ficción. A diario conocemos historias que superan en maldad a las mentes de los
guionistas de Cine más retorcidos.
Vivimos instalados en un permanente Viernes-13 donde la maldad humana se
nos manifiesta en todas sus variantes más perversas. Las mujeres y los niños
como victimas preferentes de los canallas más crueles. Los informativos son “Bandejas de Entrada” de
las mil y una formas que tienen los seres humanos de darle forma a Lucifer. Hoy
es Viernes-13 y me temo que lo será también mañana. Vivimos sobrecogidos en una
Sociedad donde todo, absolutamente todo, es manifiestamente empeorable.
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