martes, 25 de febrero de 2014

Enredados en la incertidumbre




En nuestro sufrido país los médicos que tienen –o debían tener- como principal finalidad aliviar o curar las enfermedades de las personas viven en una permanente zozobra. Están sumidos en un mar de recortes, traslados e inclusive  despidos.  Para los profesores -cambiemos pacientes por alumnos-  las coordenadas de incertidumbre son las mismas.  Los funcionarios, preocupados por su presente y su futuro, se distraen de sus funciones sabiendo que tienen la “Espada de Damocles”  sobre sus cabezas.  Quienes no tienen trabajo se desesperan con el paso de los días, meses y años por no encontrarlo. Aquellos que aún lo poseen temen que los puedan reclutar en breve para el ejército de los parados. Mientras, la corrupción campa por sus anchas sobre una Piel de Toro donde los jueces se nos presentan como el último baluarte donde poder apoyar la hoy cuestionada decencia. Son malos tiempos marcados por la incertidumbre propiciada por una clase política ajena a los serios y graves problemas de los ciudadanos (los mismos que ellos –los políticos- han provocado o no han sido capaces de resolver). Los medios de comunicación que son verdaderamente objetivos y sensibles con los desalientos de la gente nos muestran, en el día a día, testimonios estremecedores de personas completamente a la deriva. Todavía más importante son las percepciones personales de casos cercanos que conocemos y/o padecemos en nuestro entorno más intimo.  Percibimos que lo justo y lo legal se manejan en idiomas claramente diferenciados. Nos repiten muchas veces las mismas mentiras para ver si se terminan convirtiendo en programadas verdades.  El tosco, falso y torticero lenguaje de la política actual consiste en enmascarar la realidad culpando a los demás de las propias responsabilidades. La demagogia se ha adueñado de nuestro país (de Andalucía y Sevilla ni les cuento). Un largo dominio socialista por tierras andaluzas nos ha traído un paro feroz y unos parámetros sociales deprimentes.  Doña Susana Díaz (nada nuevo bajo el sol: discurso novedoso con conceptos viejos) nos habla de trasparencia y prioridades socio-laborales como si hubiera sustituido a un gobierno de derechas.  Todo se nos muestra incierto y sin más soluciones que aquellas que dimanen de una articulada sociedad civil. Enredados en la incertidumbre vemos llover esperando, en vano, que termine escampando algún día.  ¡Que país!

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