En nuestro sufrido país los médicos que tienen –o debían tener- como
principal finalidad aliviar o curar las enfermedades de las personas viven en
una permanente zozobra. Están sumidos en un mar de recortes, traslados e
inclusive despidos. Para los profesores -cambiemos pacientes por
alumnos- las coordenadas de
incertidumbre son las mismas. Los
funcionarios, preocupados por su presente y su futuro, se distraen de sus
funciones sabiendo que tienen la “Espada de Damocles” sobre sus cabezas. Quienes no tienen trabajo se desesperan con
el paso de los días, meses y años por no encontrarlo. Aquellos que aún lo poseen
temen que los puedan reclutar en breve para el ejército de los parados.
Mientras, la corrupción campa por sus anchas sobre una Piel de Toro donde los jueces
se nos presentan como el último baluarte donde poder apoyar la hoy cuestionada
decencia. Son malos tiempos marcados por la incertidumbre propiciada por una
clase política ajena a los serios y graves problemas de los ciudadanos (los
mismos que ellos –los políticos- han provocado o no han sido capaces de
resolver). Los medios de comunicación que son verdaderamente objetivos y
sensibles con los desalientos de la gente nos muestran, en el día a día, testimonios
estremecedores de personas completamente a la deriva. Todavía más importante
son las percepciones personales de casos cercanos que conocemos y/o padecemos
en nuestro entorno más intimo.
Percibimos que lo justo y lo legal se manejan en idiomas claramente
diferenciados. Nos repiten muchas veces las mismas mentiras para ver si se terminan
convirtiendo en programadas verdades. El
tosco, falso y torticero lenguaje de la política actual consiste en enmascarar
la realidad culpando a los demás de las propias responsabilidades. La demagogia
se ha adueñado de nuestro país (de Andalucía y Sevilla ni les cuento). Un largo
dominio socialista por tierras andaluzas nos ha traído un paro feroz y unos
parámetros sociales deprimentes. Doña
Susana Díaz (nada nuevo bajo el sol: discurso novedoso con conceptos viejos)
nos habla de trasparencia y prioridades socio-laborales como si hubiera
sustituido a un gobierno de derechas.
Todo se nos muestra incierto y sin más soluciones que aquellas que
dimanen de una articulada sociedad civil. Enredados en la incertidumbre vemos
llover esperando, en vano, que termine escampando algún día. ¡Que país!
martes, 25 de febrero de 2014
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