De tarde en tarde algún amigo, de los que aprecio y además valoro, me
deja algún DVD de alguna película reciente (hace años que no piso una sala de
Cine, aunque uno de mis proyectos para el 2014 es volver a hacerlo) o algún
libro recién editado. Curiosamente siempre me comentan que al principio cuesta
“cogerle el hilo” pero que luego me terminará atrapando. Esto es verdad que
suele ocurrir en bastantes ocasiones mientras que en otras me parecen
verdaderamente insufribles. Películas
pesadas y pseudos-intelectuales que se me hacen eternas y libros que no soy
capaz de terminar de leer. Por una cuestión de cortesía cuando los devuelvo
(soy de los pocos que siempre lo hago) les digo que son realmente interesantes.
Si asumimos que en la vida casi todo es cuestión de gustos (y no pocas veces de
disgustos) a ciertas edades mejor una mentira piadosa que una verdad que,
innecesariamente, pueda herir sensibilidades. Todos tenemos una concepción de
las cosas en función de nuestro entramado ético y estético. ¿Qué le pedimos a
una película o una novela para poder considerarlas buenas y/o
interesantes? En mi fructífera etapa
juvenil solía acudir con bastante frecuencia a los Cine-Club sevillanos (fundamentalmente
al Cine-Club Vida) y a la Sala
de Arte y Ensayo ubicada en la calle Trajano. Lo hacía acompañado de mis dos
amigos del alma (Antonio y Fernando) a los que la parca cruelmente me –nos-
privó demasiado temprano de su presencia. Después de cada sesión comentábamos
la película y, afortunadamente, no siempre
estábamos de acuerdo en nuestras apreciaciones. Esto posibilitaba
descubrir facetas que a ti se te habían escapado. Otras veces nos intercambiamos libros que nos
ayudaban a vivir, soñar y a planificar un mundo donde imperara la Democracia y las
libertades. Leíamos como posesos a
cualquier hora del día (la noche la teníamos para ejercer de bohemios
sevillanos). Del ensayo pasábamos a la
novela y de la poesía al teatro. ¡Que época más hermosa, convulsa y vivencial!
¡Que bella manera de gastar la moneda de la juventud! En la vida todo queda condicionado por nuestra
manera de sentir y pensar. Me temo que cada día sentimos más y pensamos menos. El famoso libro de los gustos que parece ser
siempre permanece en blanco. Al final
todo se reduce a…. cuestión de gustos.
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