“Aunque me ves por la calle,
también yo tengo mis rejas,
mis rejas y mis rosales”
- Antonio Machado –
Ahora que tengo tiempo y todavía fuerza en “los remos” me gusta pasear
(mejor al sevillano modo: callejear) por diversos rincones de la Ciudad. Lo hago cada día sin rumbo fijo, de manera
pausada y sin más compañía que mi presente y mi pasado. Es una ruta a veces
algo desalentadora por el estado de suciedad en que se encuentran nuestros
rincones más hermosos. Sevilla está
sucia por dos razones fundamentales: primero por el poco civismo de no pocos
sevillanos y segundo por la desidia de nuestras autoridades locales. Te paras
en las columnas de la calle Mármoles y observas un panel aclaratorio del lugar
donde la mierda del mismo impide leerlo. Aparte de que las “almas caritativas”
dejan allí en platos de plástico restos
de comida para los gatos y aquello, estética y olfativamente, es inaguantable. En
sitios tan emblemáticos como este puedo citar hasta diez ejemplos de suciedad y
abandono pero estoy seguro de que caerán en saco roto (obvio por evidente el
“frikismo” hortera de las tiendas de souvenir). Como todas las cosas tienen una
contrapartida me llena de alegría el excelente estado de conservación en que se
encuentra el caserío más tradicional. Evidentemente costeado de manera privada
por sus propietarios. Casas sevillanas excelentemente conservadas de generación
en generación donde la poesía aflora por cualquiera de sus rincones. Posiblemente sea en estas mañanas de mayo,
cuando el –la- calor todavía no ha hecho acto de presencia en toda su crudeza,
cuando más placenteros resultan los paseos matinales. San Lorenzo, Santa Cruz,
Triana, las callejuelas de San Marcos y San Julián, San Leandro, la Judería…. tantos rincones
donde sentir a Sevilla palpitar desde la reflexión y los sueños perdidos. Alguien
dijo –o escribió- que Sevilla es una guapa muchacha a la que siempre tienen con
la cara tiznada. Lamentablemente mi
experiencia callejera de cada mañana no hace más que constatar que es
absolutamente cierto. Tierra diseñada por Dios para vivir soñando, o para soñar
viviendo, y donde algunos siempre la terminan convirtiendo en una pesadilla. Callejeando
por la Ciudad
de….la suciedad.
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