domingo, 25 de mayo de 2014

La Nuestra



España, con la Transición, decidió vertebrarse políticamente a través de las autonomías. Creo que entonces era lo más acertado. Se trataba, nos decían, de descentralizar el Estado y que cada Región (había tres a las que ya según la Constitución se les llamaba “Nacionalidades históricas”. ¿Ahora nos quejamos de que catalanes y vascos pidan su Independencia del Estado español?) se desarrollara acorde con sus posibilidades económicas y sus necesidades sociales. Cada Comunidad generó un sinfín de cargos políticos y una legión de asesores de todo tipo. Empezó a funcionar la duplicidad de funciones: unas cuestiones eran responsabilidad del Estado, otras de la Comunidad Autonómica y otras de los Ayuntamientos. Un lío para que el ciudadano se mareara llamando de puerta en puerta. Se generó un autentico mastodonte burocrático que crecía y crecía (y sobre todo gastaba) de manera alarmante. Gastaban y gastaban sin pensar que quien gasta hoy el agua de mañana en el futuro se encontrará el pozo vacío.  Luego cada Comunidad tenía que tener su propia televisión con la intención  -nos decían- de vertebrar todas las provincias de la Región en torno a un proyecto común y, como no, para mejor desarrollar y potenciar las peculiaridades artísticas y culturales. En Andalucía hace ya veinticinco años que se creó el “Canal Sur” (la Nuestra).  Al final todas las Comunidades española sin excepción están endeudas hasta la ceja y con sus televisiones en franca bancarrota. Los políticos, una vez que las han usado para sus fines partidistas, ahora no saben que hacer con ellas.  Reconozco dos cosas sobre “la Nuestra”: primero que me ilusioné como un pardillo cuando se creó; segundo que hace mucho tiempo que desistí de verla por considerarlo un ejercicio de masoquismo.  Ahora han llegado los duros recortes y los despidos. Andalucía lleva “gobernada” por el PSOE desde la entrada de la Democracia (si eso es lo que democráticamente ha querido el pueblo andaluz no tengo nada que añadir y menos objetar).  Arribó hace poco al Palacio de San Telmo una trianera que significaba, además de ser la primera mujer en presidir la Junta, el último tren donde subirse la ilusión andaluza. Lamento constatar por lo visto hasta ahora que doña Susana Díaz es más de lo mismo. Debo reconocer, eso si, que es una política equilibrada: cincuenta por ciento de populismo y cincuenta por ciento de marketing.  Pero, no neguemos la evidencia, con un recorrido político que la hace ser más que una mera comparsa y la sitúa como el mejor aval actual del PSOE. El PP ni está ni se le espera y dada las últimas incorporaciones asumiendo (¿complacidos?) que les queda un largo recorrido en la oposición. ¿Qué hacemos pues con esa inútil máquina de gastar dinero que representa el Canal Sur?  No me gusta en absoluto que nadie pierda su trabajo y que además lo encuentren los que lo están buscando desde hace tiempo.  Sobra mucha gente en estos entes desfasados y obsoletos y falta mucho dinero para emplear en cuestiones sociales de mayor urgencia y relevancia. Hace tiempo que hemos tocado el fondo (otros se han llevado los fondos) y cada vez que amorticemos un cargo público de los muchos que sobran comerán algunos niños andaluces. ¿Demagogia? Puede ser pero que los políticos no dejen los graves problemas de la gente en las puertas de “Caritas”.

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