lunes, 5 de mayo de 2014

Mayo





A nivel sentimental Mayo siempre representa –y representará- para mí un mes hermosamente especial.  Un día trece de este mes me nació mi hija Alicia y un ocho lo hizo mi nieta Lola. Dos días clavados para siempre en las paredes del alma.  La vida, en definitiva, viene enredada en fechas -unas buenas y otras malas- que a través de los momentos disfrutados o padecidos determinan nuestro balance sentimental. Los seres humanos tenemos una tendencia natural a intentar recordar aquellas cosas que nos proporcionaron cotas de felicidad.  Mayo vino a mi ventana y lo hizo para quedarse para siempre. Estas luminosas mañanas de Mayo donde ya el sol calienta más de la cuenta como preámbulo de los –las- calores que están por llegarnos. Me gusta en estos días a primeras horas de la mañana perderme por los jardines del Alcázar para que la poesía se apodere de mis sentidos. Sin prisas ni ruidos de motores y conversadores compulsivos de móviles necesito sentirme vivo y sevillano por los cuatro costados. Solo y sin más compañía que mis recuerdos y vivencias. El Hombre siempre espera que la última y definitiva conversación la tenga con Dios.  Notar en cada poro de mi piel el dulce bálsamo del temple.  Sevilla traduce la templanza en un Cante por Soleá; una chicuelina de Morante; un regate de Luis Del Sol; un “caballito” de Juanito Arza; dos vírgenes: una cruzando un Arco y otra cruzando un Puente; una mañanita de Corpus; un imposible y soñado mano a mano entre Curro y Pepe Luis; una paloma posada placentera en el hombro de un niño en la Plaza de América y, en definitiva, una luminosa mañana de Mayo. ¿Qué tiene la zarzamora que a todas horas llora que llora por los rincones…? Posiblemente como escribió Rafael De León…”veía encenderse las luces de Mayo”. Mes divino y sevillano que vino a mi ventana y me traía en el pico de un gorrioncillo un poema de Luis Cernuda.  Llegó para quedarse eternamente.  Mayo, por siempre y para siempre…. ¡Mayo!

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