Creo recordar que era una fría mañana de enero del pasado año. Me pasé
como cada lunes a “saludar” al Señor de la Salud y a la Candelaria en su
Capilla. Buena cosa esta de abrir actualmente cada mañana San Nicolás para
refugio de caminantes nostálgicos del Barrio y de almas perdidas buscando la
necesaria paz espiritual. Me acerco aquel día a los barrotes dorados de la Capilla y coincido con un
matrimonio de aproximadamente mi edad. Visten de manera primorosa y observo
fundamentalmente en el hombre un evidente estado emocional con el resultado de
alguna lagrimilla rodándole por las mejillas. Sentimientos candelarios de
alguien que curiosamente nunca antes había visto a la Virgen. De manera natural empezamos
a charlar y me cuentan una historia que a la postre me salvaría el día y sería
el comienzo de una buena amistad. Me
cuenta Servando (así se llama este candelario exiliado de Jardines, Alfalfa y
pavías de bacalao de la Puerta
la Carne) que se marchó de Sevilla a México cuando
tan solo contaba con cinco años de edad. Sus padres vivían en la calle Levíes y
embarcaron en 1939 en el Puerto de Alicante huyendo de la Guerra española y sus
fatales consecuencias. Su padre era un militar republicano de ideas moderadas y
con una gran devoción a María Santísima de la Candelaria. Siempre les inculcó a sus
hijos su profundo cariño por la
Reina de San Nicolás y por la Ciudad de Sevilla. Servando es Director de una de las Orquestas
más importantes de Ciudad de México, D.F.
Su mujer está emparentada nada menos que con el genial Mario Moreno “Cantinflas”. Nunca antes estuvieron
en Sevilla y el motivo respondía a la última voluntad del padre de Servando.
Hacia un par de años que había fallecido a los ¡noventa y nueve años de edad! y
le hizo prometer a su hijo que, más pronto que tarde, vendría a Sevilla en
clave candelaria. Me preguntó donde
podía encontrar rosas rojas para ponerlas a los pies de la Patrona de la Judería sevillana y nos
fuimos a La Alfalfa
a comprarlas. Desde entonces han
repetido la visita a Sevilla en un par de ocasiones y me tienen a su entera
disposición como amigo y cicerone. Este es el primero de los relatos candelarios
que tengo archivados y que iré desgranando de tarde en tarde en los “Toma de
Horas”. En San Nicolás, como me ocurrió con la historia de Servando, me han
pasado cosas que no me gustaría que durmiesen el sueño del olvido. Para este
matrimonio allí, en la
Capilla Sacramental, se unen Ciudad de México y Sevilla a
través de un excelente cuadro de la “Virgen de Guadalupe” del pintor mexicano
Juan Correa (1704) y de la
Divina presencia de la Candelaria. Son un ejemplo clarificador
de que los sentimientos son los únicos que nos salvarán del olvido y el
naufragio. Pasaron, pasaremos y pasarán candelarios con almas de antigua
Judería y Ella seguirá eternamente, junto con su Hijo, pasando consulta
sentimental por San Nicolás. Retazos sentimentales atados a la memoria de los
días vividos.
Conoci a un Servando, gitano madrileño y de gran talla humana y sentimental. Tenía sus teorías particulares sobre su pueblo y me las comentaba íntimamente. Al leer ese nombre, han acudido a mi mente muchos recuerdos, muchas vivencias. No he vuelto a conocer a nadie llamado así. Un abrazo, Juan Luis.
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