Templaron las gaitas
para acoplarlas al ruido
del mar bravío.
Fueron luna por el día
y sol en la negra noche.
Le hablaron a las montañas
y el eco les respondió entre
el susurro del viento.
Los relojes de arena
consumían sus últimos
granos y las campanas
de la torre repicaban
llamando a rebato.
Dios se atusaba su blanca
barba y las nubes de algodón
se suspendían prendidas
entre los alamares de la tarde.
Los vieron cruzar la plaza
agarrados de las manos y
los miraron por las mirillas
mientras los veían alejarse.
Las mujeres besaron los
crucifijos de los cabeceros
y los hombres se bebieron
su último trago de vino.
Los niños preguntaban a
los ancianos y los ancianos
preguntaban a los niños.
Se fueron por donde vinieron
como almas errantes en busca
de los paraísos perdidos.
Eran de ninguna parte
y en ninguna parte los
quisieron.
Dijeron verdades como puños
y a puñetazos los echaron.
Trovadores sin sonantas
y poetas sin poemas.
Fantasmas sin cadenas
y brujas sin escobas.
Ni vivos ni muertos
ni ausentes ni presente:
¡Almas en pena!
Juan Luis Franco –
Domingo Día 11 de Enero del 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario